Principio del porqué, del para qué de la vida, del fin de la propia existencia ('Aprendiz de sabio', Bernabé Tierno, 25/126)


Aprendiz de sabio. La guía insuperable para mejorar tu vida

 

- Segunda parte: Principios o leyes universales que deben orientar y sustentar la vida del aprendiz de sabio.

 

- 7.- Principio del porqué, del para qué de la vida, del fin de la propia existencia.

 

"El que tiene siempre ante sus ojos un fin hace que todas las cosas le ayuden a conseguirlo" (Robert Browning).

 

Todo tiene su porqué y su para qué en la vida. Nada es al azar. Cada ser, cada persona es singular, pieza única, ser irrepetible con un proyecto, con un propósito existencial, que debe llevar a cabo en beneficio de los demás y para hacer posible el bien, el orden y la armonía universal.

 

El aprendiz de sabio es consciente de que su plenitud y su energía sin límites emanan del inconmensurable potencial universal (que todos los creyentes identifican con un ente superior, Dios), pero materializada, concretada en el ser, en la persona concreta de carne y hueso, singular e irrepetible que es él mismo. Esta realidad le lleva a la convicción de que como ser humano es tan absolutamente excepcional y único que no hay nadie igual a él.

 

Pero además lo que él aporta al universo, lo que hace, la labor que desempeña, su propio proyecto es de su exclusiva responsabilidad y, en consecuencia, él, al igual que todos sus semejantes, tiene un porqué y un para qué en su vida, su existencia tiene un fin. Todo cuanto logre puede redundar en beneficio propio y de sus semejantes, en el cumplimiento y realización de este proyecto encuentra la felicidad, la máxima autorrealización como persona.

 

El principio del porqué y del para qué en la vida lo vemos expresado también en una simple célula, cuyo porqué es servirse a sí misma y a las demás células. Todas las células conectadas con la potencialidad pura pueden expresar sus potencialidades con naturalidad y sin esfuerzos, manteniendo su propia integridad y la de todo el organismo. Todas las células de nuestro cuerpo tienen como fin ayudarse y ayudar a todas las demás células. De igual forma, el individualismo humano activa la interacción entre su singularidad, su proyecto de vida y la actitud de servicio a los demás, haciendo realidad el porqué y el para qué de su existencia en el proyecto universal de la creación. Así cristaliza su proyecto personal.

 

- El principio del objetivo de la propia existencia llevado a la vida cotidiana.

 

Consciente de la bondad y transcendencia de este principio, el aprendiz de sabio se pregunta: ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo aportar? ¿Cómo puedo ayudar y contribuir al bien común, al bien de las personas con las que hoy me relacione y a mi propio bien? No pregunta cuánto gano o en qué me enriquezco con esta o aquella actitud, reacción o respuesta, porque ha llegado a entender que ser y trabajar en provecho y beneficio de sus semejantes es la manera más noble, inteligente y práctica de ser y de trabajar para sí mismo. No importa la profesión que se ejerza, lo verdaderamente interesante es que la aportación que hace cada persona es tan excepcional y singular que nadie puede mejorarla.

 

Hoy voy a reflexionar sobre los aspectos de mi personalidad que me hacen difernte y ensayaré la forma de ofrecerme y darme a mis semejantes, de servirles y ayudarles. Hoy observaré la actitud de servicio de mis semejantes, descubriré su singularidad, lo que aportan y los sentimientos que son reflejo de su conducta y actitudes. Aprenderé lo que pueda de su forma de actuar y de contribuir al bien de los demás.

 

(Bernabé Tierno)