La inteligente flexibilidad del mimbre ('Aprendiz de sabio', Bernabé Tierno, 57/126)


Aprendiz de sabio. La guía insuperable para mejorar tu vida

 

- Tercera parte: Cien "lecciones-reflexiones" de sabiduría esencial que deben ser bien meditadas y llevadas a la práctica en la vida cotidiana.

 

- 32.- La inteligente flexibilidad del mimbre.

 

"Frecuentemente es más breve y más sutil adaptarse a otros que hacer que los demás se ajusten a nosotros" (Jean de la Bruyère).

 

"El aprendiz de sabio descubre por propia experiencia que siempre es preferible anteponer la flexibilidad a la rigidez, la tenacidad inteligente a la tozudez, la paciencia a la impaciencia y la calma a reacciones hirientes y desabridas. Por eso, si sus planes o proyectos cambian repentinamente por cualquier motivo, no se siente frustrado ni decepcionado, acepta la nueva situación y dedica todas sus energías a darse aliento, mucho afecto y paz interior".

 

Toda persona iniciada en la sabiduría aprende muy pronto de la inteligente flexibilidad del mimbre y la incorpora a sus pensamientos, sentimientos y obras, y abandona para siempre la estúpida rigidez de la caña, siempre quebrada ante la menor dificultad u obstáculo. A esto hay que añadir que la inflexibilidad genera gran estrés y frustración y nos convierte en personas inseguras, desasosegadas, irritables e insensibles con los demás.

 

El amable lector puede dudar de mis palabras y pensar que las personas tercas y aquellas que nunca dan su brazo a torcer demuestran mayor voluntad y firmeza en sus convicciones, pero en realidad no es así. Quien no necesita tener razón, ni la aprobación de los demás y posee verdadera seguridad en sí mismo, no tiene el menor problema en admitir sus errores, en adaptarse, en dar la razón al otro si sus argumentos son sólidos... en esto no quiere decir en absoluto que no se tenga criterio ni ideas propias o que para no enfrentarse con el prójimo que nos lleva la contraria optemos por darle la razón, como a los locos, y evitarnos problemas. No es una actitud cobarde ni timorata, sino verdaderamente inteligente, valiente, sensata y de probada sabiduría.

 

¿Por qué digo inteligente? Porque si el contrario se aferra desesperadamente a sus intereses y vemos que le va la vida en un asunto que se nos antoja de importancia relativa es señal de inteligencia saber ceder en aquello que para nosotros es secundario y permitirle al otro disfrutar de su parte de satisfacción de un ego inseguro, que necesita sentirse en posesión de la verdad, de "su" verdad.

 

¿Por qué digo valiente? Porque sólo si se tiene seguridad en uno mismo y una alta autoestima se posee la capacidad de renunciar a la satisfacción del propio ego, cuando es muy fácil anular al contrario. Además de valentía, evidentemente hace falta humildad y desde luego sensatez y sentido común.

 

Saber esperar, permitirle al otro su momento de satisfacción y de gloria, que necesita para reafirmarse y sentirse valioso, y renunciar al éxito y al reconocimiento de forma inmediata es prueba de sabiduría. La flexibilidad, adoptar buenas formas, pacificar, encontrar alternativas a los problemas y no necesitar que se nos reconozca constantemente la valía, eso es sabiduría.

 

Por eso, el aprendiz de sabio practica el proverbio irlandés que aconseja "amasar según la harina", es decir, utilizar la inteligencia y evitar los conflictos, desencuentros, situaciones tensas e insostenibles, estrés e irritabilidad, buscando siempre sumar y no restar, unir y no separar... ¡Cuántos males se evitarían en el mundo si los seres humanos, en determinados momentos, fuéramos capaces de bailar según la música que nos ofrecen los demás!

 

(Bernabé Tierno)