Cómo detectar la violencia de género en la relación de una adolescente

Un fenómeno a combatir

 

Existen señales del riesgo, pero no es fácil anticiparlo, identificarlo ni actuar

 

"Tenía 25 mensajes, no sé cuántos de voz y 10 llamadas perdidas en cuatro horas", contaba una afectada a la psicóloga

 

Control sexual: puede pasar por prácticas que no apetecen y que hay que complacerle a él

 

En redes sociales se pueden ver cambios también

 

Raquel Gómez, psicóloga del Espai Lila del CJAS: "El impacto de la violencia de género en la adolescencia puede ser muy grande en la construcción de la identidad de la joven"

 

Rocío Paños, psicóloga de la FAD: "Hay que haber hablado ya con las chicas antes; cuando se produce la relación tóxica ya es tarde, si no se han sentado unas bases"

 

Muchos padres y madres se criaron con paradigmas sexistas

 

Cuidado con los mitos románticos

 

Qué hacer ante un caso.- Cuando se detecta que la adolescente puede estar metida en una relación de abuso, la solución no va a ser prohibirle ver al chico, culparla, soltarle el "mira que te lo advertí". Por descontado que los progenitores no deben contactar con el chico para recriminarle su actitud. Son reacciones que pueden empeorar la situación, generar rechazo en la hija y que no se comunique con la familia, advierten las psicólogas. ¿Qué se puede hacer? Hablar: "Hay que hablar, hacerle a la chica preguntas abiertas que la lleven a reflexionar (¿esto cómo te hace sentir?, ¿qué piensas?), a pensar en su relación, en qué no le gusta y qué quiere hacer", aconseja Paños. Acompañar: "Si ella ya ha detectado que hay cosas de la relación que no le gustan, hay que acompañarla en su malestar y decisiones, cuando normalmente la primera reacción del padre o la madre es no escucharla, minusvalorarla o decidir por ella", dice Gómez. Si la situación empeora o no se sabe resolver, es mejor buscar ayuda profesional



 

En las relaciones afectivas adolescentes ya puede existir violencia de género. Hasta una de cada cuatro chicas de 16 y 17 años dicen haberla sufrido, psicológica, física o sexual. "¿Y si mi hija vive una situación así?", pueden preguntarse padres y madres. Incluso las jóvenes pueden cuestionarse su relación.

 

La violencia de género es un control, un sometimiento que impone el hombre sobre la mujer, fruto de unas creencias sexistas y que establecen una situación de dominio del varón y marcan cómo deben actuar él y ella.

 

¿Hay signos que alerten de una relación así, que no es saludable ni de igual a igual? Sí existen, afirma Rocío Paños, psicóloga responsable del equipo de actuaciones con familias en la Fundación FAD Juventud. Pero, no siempre es fácil identificar estas relaciones tóxicas, a veces el abuso es más sutil.

 

– Control.

 

"La violencia de género es la expresión más demoledora de la cultura machista", asegura Raquel Gómez, psicóloga del Espai Lila del Centre Jove d'Atenció a les Sexualitats (CJAS) de Barcelona. Suele empezar por el control y el abuso psicológico; las amenazas y agresiones físicas no se ven, habitualmente, hasta etapas más avanzadas, apunta la psicóloga (hay pocas víctimas mortales menores de edad). Por ello, cree que la violencia de género entre las más jóvenes "es más invisible, poco identificada aún por los adultos y las chicas".

 

Gómez cita un caso que trató, el de Sara, de 16 años, que dejó a su chico tras un año de relación. "Ya no podía más, siempre se enfadaba, quería saber dónde estaba, cada vez me sentía más agobiada", relató a la psicóloga. "El otro día salí con las amigas, se enfadó y luego tenía 25 mensajes, no sé cuántos de voz y 10 llamadas perdidas en cuatro horas. Al día siguiente me vino a buscar. Cuando me vio me dijo que donde iba así maquillada, que ya podía ir a lavarme la cara", narraba.

 

La joven cortó la relación pese a admitir que "me siento mal, aún le quiero, siento dolor cuando pienso que ya no estamos juntos". Hay casos en que ni se identifica el malestar ni se le pone fin tan rápido.

 

Paños explica que el control psicológico se puede traducir en señales como que la chica abandona por él sus amistades o actividades con que antes disfrutaba. O en una necesidad absoluta por complacerle y esforzarse para no enfadarle. Muchas veces, hay un chantaje emocional del tipo "no me dejes solo", "hagamos algo solos". El chico de Sara tenía problemas familiares y la acusaba de no ser comprensiva, de ser "egoísta". "Cuando me gritaba y se ponía agresivo, me acordaba de su situación y lo acababa justificando", explicó a la psicóloga.

 

– El móvil.

 

Es un medio de control muy común. Él controla el teléfono móvil de ella, sus chats, sus búsquedas. Es un comportamiento indicador de violencia de género y así lo ven un 59,7% de las chicas frente a solo el 38% de los chicos, explica Paños a partir de estudios de FAD. Otra forma de control es mediante mensajes y llamadas constantes, incluso a horas intempestivas, que solo buscan saber dónde está, con quién, qué hace.

 

– Dominio sexual.

 

"A menudo, en estas edades más jóvenes, el control sexual pasa por prácticas no impuestas, pero que no apetecen. O se instala en la pareja la idea de que hay que complacerle a él, se ignoran el deseo o el placer de ella y muchas chicas ni son conscientes, cuando solo ellas pueden identificar el malestar, que algo no les gusta de su relación sexual", dice Gómez.

 

"Sentía que me tocaba, que accedía a mi cuerpo sin mi permiso. El decía 'somos pareja, no pasa nada, eres una estrecha'", contaba Sara. Su chico le mordía, le dejaba marcas, no quería usar preservativo ni que ella tomara la píldora anticonceptiva "porque engorda" y su relación sexual habitualmente acababa cuando él llegaba al orgasmo; "las tías no lo necesitáis", le decía.

 

– Desvalorizar.

 

El novio tóxico busca crear confusión y duda en la chica para tenerla sometida o sentirse él superior. La desvaloriza y la autoestima de ella va mermando. "La mayor parte del tiempo, sentía que no me respetaba, me hacía sentir pequeña, me ridiculizaba ante los amigos, con cosas del estilo 'tu te crees que me puedes ganar a las cartas con lo tonta que eres'", contaba Sara.

 

Paños señala que en la familia hay que estar atentos a comentarios antes no usuales en la adolescente o repetitivos, como que no se gusta, siente que no está "a la altura"; si el chico le dice "nunca nadie te querrá como yo"; si la joven expresa ideas sexistas, como que "los chicos deben protegernos".

 

"El impacto de la violencia de género en la adolescencia puede ser muy grande en la construcción de la identidad de la joven (que se da en esa época) y en sus relaciones futuras", alerta Gómez.

 

– Aspecto físico.

 

Los cambios en la manera de vestir pueden ser otra señal de una relación que no es de igual a igual, tanto si la chica pasa a taparse más (shorts menos cortos, menos escotes) como si adopta un estilo más sexy. Lo mismo con el maquillaje. Porque la influencia de él puede ser tanto del tipo "no quiero que los otros te miren" como querer lucirla como trofeo.

 

– En redes.

 

Raquel Gómez señala que el ámbito digital puede trasladar a otros formatos las manifestaciones de violencia de género, como el acoso o el sexpreading (difundir sin permiso imágenes de contenido sexual). También facilita otra vía de control al chico. Pero como los adolescentes están muy presentes en las redes sociales, quizás se vean allí signos cuando la familia ni sabe que la chica sale con alguien. Puede que, por influencia de él, se conecte menos, deje de publicar cierto tipo de fotos o vídeos o que ya no se la vea con la gente de siempre.

 

Según la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer del 2019 en España, un 6,5% de las adolescentes de 16 y 17 años decía haber sufrido violencia física por el chico con el que salía o había salido; otro tanto, violencia sexual; un 16,7% ha sufrido violencia emocional y casi el 25%, control psicológico.

 

En otros estudios de organismos públicos de los últimos años, el 25% de las chicas reconocen haber sufrido control a través del móvil. Y uno de cada tres chicos de entre 15 y 29 años cree inevitable o aceptable en determinadas circunstancias "controlar los horarios de la pareja", "impedirle que vea a su familia o amistades", "no permitir que trabaje o estudie" o"decirle las cosas que puede o no hacer".

 

Igual ocurre con los celos: el 73% de adolescentes ha escuchado alguna vez como consejo que "los celos son una expresión de amor". FAD constató que el 28% de chicos ve normales los celos en el amor, frente al 15% de chicas. Es común en la adolescencia verlos como signo de amor, los estereotipos como que ama más quien es más posesivo y celoso, dice Paños.

 

– La igualdad.

 

La psicóloga explica que las encuestas y los casos en que se busca ayuda profesional muestran que las chicas avanzan más rápido hacia la igualdad que los chicos, "pero aún hay que trabajar mucho para cambiar las percepciones sociales, para ir más a una igualdad de sexos real".

 

"Los chicos que expresan creencias que traspúan desigualdad de sexos –precisa Rocío Paños–, no quiere decir que todos vayan a tener conductas abusivas, pero es más fácil que las tengan". "Si todas las normas de la relación las pone él, no es de igual a igual", resume Raquel Gómez. Coincide en que muchos chicos se han educado con estereotipos sexistas. "Que a veces él no sea muy consciente de que impone una relación abusiva no quiere decir que no tenga una responsabilidad, porque hoy puede saber tan bien como la chica qué es una relación de igual a igual y qué no", añade.

 

– El marco social.

 

Desde entidades y organismos públicos se han elaborado en los últimos años guías contra la violencia de género que apuntan otras señales, como cambios en la alimentación de la adolescente, de humor, de su pauta de sueño, que pueden indicar que sufre ansiedad. Un problema existente es que la adolescencia es una época de cambio, de reforzar la identidad o intimidad la joven frente a la familia, de menor comunicación y además, los mismos signos de alerta pueden indicar problemas diferentes.

 

Y luego está el marco social, que puede enmascarar la situación abusiva. "En la sociedad aún predominan muchas creencias sobre qué debe hacer un hombre, qué una mujer, con una óptica sexista", señala Paños. Por ello, a las chicas les cuesta a veces identificar las conductas que padecen como abusivas. Y también a sus padres, madres y amigos.

 

Muchos progenitores se criaron con paradigmas de lo masculino y lo femenino que les impiden percibir que la relación no es de igual a igual, advierten las psicólogas. Y las amigas, según como han sido educadas, sin querer pueden reforzar el control del chico, diciéndole a la amiga que "esto lo hace porque te quiere tanto". Además, en general, se piensa que la violencia de género se da en parejas de mayor edad, estables y no es así, recuerda Gómez.

 

– Cómo prevenir: hablar.

 

Para prevenir relaciones afectivas no saludables en la adolescencia, Rocío Paños, psicóloga de la Fundación FAD Juventud, avisa que "hay que haber hablado ya con las chicas antes; cuando se produce la relación tóxica ya es tarde, si no se han sentado unas bases". "A los 10 años o antes ya se deben trabajar la autoestima, el sentido crítico", señala. "La cultura de hablar debemos tenerla siempre o no emergerá de pronto ante un problema, nada menos en la adolescencia", coincide Raquel Gómez, psicóloga de L'Espai Lila del CJAS.

 

– Educar en la igualdad y sin mitos erróneos.

 

"De hecho, hay que educar a las niñas y a los niños en la igualdad desde pequeños y luego explicarles qué es una relación saludable, fomentar el pensamiento crítico para que sean ellos los que vean qué actitud es deseable y cuál no", precisa Paños. "Y aunque el enamoramiento juvenil es muy intenso –dice–, la mujer debe poder ser ella a cualquier edad, no perder su identidad, hacer cosas diferentes a las de su pareja o ver a otras personas".

 

Desde la infancia también, recomiendan las psicólogas, hay que derribar mitos erróneos sobre el amor romántico, entre los niños y las niñas. Advertirles de mensajes que se transmiten desde los cuentos y películas infantiles hasta en la música o el cine. "El amor existe pero ni los chicos deben rescatar a las chicas ni ellas deben depender de ser salvadas para ser felices", subraya Paños.

 

"Hay muchos comportamientos abusivos normalizados por las ideas existentes en la sociedad sobre el amor romántico, los celos, la exclusividad, que muchos ven como muestras de amor intenso y esto crea vulnerabilidad e indefensión en la mujer que sufre esas conductas", alerta Gómez.

 

Son ideas erróneas eso de que el amor es sufrimiento; que "el que la sigue la consigue" ( puede favorecer el acoso); el "sin ti no soy nada" puede ser un chantaje emocional o minar la identidad. "Los adolescentes carecen, la mayoría de veces, de experiencias previas y tienen idealizadas las relaciones por la música, el cine, las series, estereotipos sexistas, lo que comentan amigos suyos… A veces ni consideran lo suyo una relación, sino un "rollo", no piensan que ahí pueda haber violencia de género", se lamenta Gómez. Se les debe enseñar a distinguir entre el amor idealizado y la realidad.

 

La psicóloga también considera manifestaciones de la violencia machista que pueden sufrir las jóvenes la cultura de la violación y el aprovecharse sexualmente de una chica bajo los efectos del alcohol o drogas; la hipersexualización del cuerpo; decirles obscenidades; el bullying o ciberbullying por motivos de género; las normas de algunos centros educativos de cómo deben vestirse las alumnas; o concursos en las redes en que se puntúa a las chicas.

 

En cuanto a los chicos, ¿pueden tener una relación amorosa en que las chicas les dominen, hasta anulen? Sí, pero es menos usual, dicen las psicólogas, y no se considera violencia de género, que es la que se ejerce sobre la mujer por ser mujer.

 

(Marta Ricart, La Vanguardia, 02/05/22)