Tener razón: respiración asistida: Necesidad imperiosa y desmedida de tener siempre razón ('Aprendiz de sabio', Bernabé Tierno, 7/126)


Aprendiz de sabio. La guía insuperable para mejorar tu vida

 

- Primera parte: Las doce necesidades insatisfechas, imperiosas, desmedidas, que son consecuencia de nuestros vacíos del alma y nos hacen infantiles, insensatos y desgraciados.

 

- 2.- Tener razón: respiración asistida: Necesidad imperiosa y desmedida de tener siempre razón.

 

"Que a quien la razón no vale, ¿qué vale tener razón?" (Pedro Calderón de la Barca).

 

Es un deseo obsesivo y persistente de que los demás se muestren siempre de acuerdo con lo que pensamos, sentimos y decimos. Quienes padecen este síndorome discuten por todo de manera apasionada, incluso violenta, como si les fuera la vida en ello y es verdad; porque si los demás no le dan la razón, no se ponen de su parte, el adicto a tener razón se siente inseguro, como desnudo, desprotegido, sin identidad.

 

- ¿Por qué para tantas personas resulta imperiosa la necesidad de tener razón?

 

Porque tener razón les proporciona la estabilidad y seguridad que no tienen por sí mismas, por su personalidad, su criterio, sus conocimientos y experiencias.

 

Cualquier psicólogo experimentado habrá podido observar que, casi siempre, tras un adicto a tener razón se encuentra un niño inseguro y asustado que creció en una familia en la que equivocarse era peligroso y muy doloroso. Los padres hipercríticos y/o maltratadores físicos y psíquicos generan hijos con una necesidad obsesiva por seguir teniendo razón. Aprendieron a sentirse seguros como sus padres. Éste es el verdadero motivo por el que se empeñan en que los demás les den la razón, porque estar equivocados les produce ansiedad, inseguridad, miedo, vulnerabilidad.

 

- ¿Cómo se comporta el adicto a tener razón?

 

Existe siempre una gran cerrazón mental, falta de escucha atenta y de empatía, porque su autoestima está vinculada a la sensación de que lo que dice y piensa es verdad y nadie se lo discute, ya que no soporta las ideas contrarias, le sacan de quicio. Tras la necesidad de tener razón subyace el deseo permanente de tenerlo todo controlado, con el desgaste físico y psíquico que supone convivir con seres humanos normales, que defienden su criterio y su verdad ante alguien que no admite otros criterios, opiniones y verdades que los que coinciden con su verdad y le dan la razón.

 

Si quieres comprobar hasta qué punto alguien de tu entorno es adicto a tener razón, prueba a dársela; dile: "Admito que me he equivocado". ¿Sabes qué sucederá? Lo más probable es que tu contrincante no te escuche y prosiga su pelea verbal contra ti; si no es así, también puede ocurrir que, pasados unos minutos, te provoque y saque a relucir un tema controvertido en el que llevarte la contraria.

 

"Mal medio es de atraer a un hombre a la razón el tratarle como si no la tuviera" (Concepción Arenal).

 

- Tener razón en las relaciones de pareja.

 

Puede suceder que un miembro de la pareja no sea adicto a tener razón y admita con facilidad que se equivoca. Al principio de la relación las cosas pueden ir moderadamente bien, mientras el adicto a tener razón desempeña su papel de maestro, de autoridad, de controlador y el otro representa el papel de discípulo, de subordinado. Pero pronto la persona psicológicametne sana se percata de que no puede vivir de continuo alimentando el ego de un compañero de  viaje con el que sólo es posible convivir dándole la razón siempre y en todas las circunstancias.

 

Si los dos miembros de la pareja son adictos a tener razón, ninguno de los dos escucha ni se entera del punto de vista del otro. La ofuscación es total y mutua, y la relación se deteriora en poco tiempo. En las discusiones de pareja he observado que casi siempre se reproduce el mismo patrón de comportamiento: la mujer quiere dejar muy claro lo que siente, cómo le afectan las cosas y sigue la razón que asiste a sus sentimientos; el hombre suele centrarse más en los hechos y en su lógica, en los argumentos, deja a un lado los sentimientos o no les concede la debida importancia.

 

Ni que decir tiene que en situaciones como éstas es imprescindible la ayuda de un buen terapeuta de pareja que les enseñe a ver el punto de vista del otro y a razonar desde posiciones y campos distintos, los sentimientos por un lado y los hechos por otro. Tan aceptables son las razones de los sentimientos como las de la lógica de los hechos, cada uno tiene su parte de verdad.

 

- El adicto a tener razón se librará de su adicción si:

 

- Aprende a escuchar y a ser empático.

 

- Pone fin a las discusiones eligiendo la paz y admitiendo al menos en parte algo del punto de vista del otro.

 

- Deja de esforzarse por cambiar al otro y empieza a cambiar él mismo.

 

- Es capaz de distanciarse del tema objeto de discusión y se observa a sí mismo como sujeto obcecado que reacciona de manera desproporcionada.

 

- Cae en la cuenta de que nadie está en posesión de la verdad total o absoluta, a lo sumo posee una parte de verdad o mejor su verdad, la manera en que ve y vive una determinada situación.

 

(Bernabé Tierno)