"Perros ladran..." ('Aprendiz de sabio', Bernabé Tierno, 96/126)


Aprendiz de sabio. La guía insuperable para mejorar tu vida

 

- Tercera parte: Cien "lecciones-reflexiones" de sabiduría esencial que deben ser bien meditadas y llevadas a la práctica en la vida cotidiana.

 

- 71.- "Perros ladran...".

 

"No hay montaña sin niebla; no hay hombre de mérito sin calumniadores" (Proverbio turco).

 

"Tienes que estar preparado para soportar duros ataques, calumnias, traiciones y momentos de amarga soledad. Por desgracia, el esfuerzo, la honestidad, la valentía y la virtud no cotizan alto en la sociedad actual, y las persoans verdaderamente valiosas, virtuosas y con méritos lo son, además de por sus obras y por haber superado situaciones críticas, por haberse visto obligadas a beber el cáliz amargo de la soledad y de la ignominia".

 

De nuevo recurro a Miguel de Cervantes y me acuerdo de aquel estupendo maestro, Jesús González Galindo, que nos hizo leer y entender el contenido del 'Quijote', cuando teníamos apenas doce años. "Perros ladrán...", dijo Sancho. "Señal de que cabalgamos, querido Sancho", le respondió don Quijote. Tenemos que memorizar esta frase, pero antes hay que entender bien lo que quería enseñarle don Quijote a su escudero. Aquel extraordinario maestro, al vernos incapaces de entender el significado de esas frases, empleaba toda clase de ejemplos hasta que la luz de la comprensión se encendía en nuestras mentes. "Recordadlo bien, se meterán con cualquiera que haga cosas buenas y meritorias, le harán la vida imposible, pero es por la envidia que le tienen y por no ser capaces de imitar sus virutdes", nos aclaraba don Jesús.

 

El aprendiz de sabio ya no necesita demasiadas explicaciones y se aplica cada día el bello proverbio turco, "no hay montaña sin niebla ni hombre de mérito sin calumniadores"... Sabe que si decide ser bueno y honesto hasta las últimas consecuencias (y debe serlo si ha decidido seguir el empinado camino de la sabiduría y de la virtud), tiene que estar preparado para soportar duros ataques, traiciones, calumnias..., y muchos momentos de amarga soledad, que tendrá que superar y aliviar con grandes dosis de autoamor y de trato comprensivo y afectuoso, convirtiéndose en el mejor, más acogedor y cálido amigo de sí mismo.

 

"Si no tienes enemigos, es que jamás dijiste la verdad ni amaste la justicia", sentenciaba Santiago Ramón y Cajal. Por eso el aprendiz de sabio no se inquieta por que, a veces, los enemigos, los traidores y los aprovechados aparezcan de la noche a la mañana como las setas. Ya cuenta con ello y con su cobardía e hipocresía. Son compañeros inevitables en el deambular de cualquier persona de bien sobre la tierra. Aceptémoslo con la misma naturalidad con que aceptamos los días de calor o de frío, de sol o de lluvia, pero no los subestimemos. Lo importante es que sepamos que están ahí al acecho como la víbora, esperando su momento para atacar.

 

Hay dos tipos de enemigos especialmente peligrosos: los encubiertos, entre los que se encuentran los frustrados y los envidiosos; y los que aprueban siempre lo que haces y dices, los pelotas y "abrazafarolas". Los enemigos declarados son los menos peligrosos, salvo los que nunca te tragaron, te odian y desean tu mal y viven para destruirte.

 

El mejor antídoto para cualquier tipo de enemigo es ignorarle, aunque siempre sin perderte de vista, porque cuanto más importancia le demos, más fuerte y poderoso se sentirá.

 

(Bernabé Tierno)