¡Quiérete y déjate querer! ('Aprendiz de sabio', Bernabé Tierno, 97/126)


Aprendiz de sabio. La guía insuperable para mejorar tu vida

 

- Tercera parte: Cien "lecciones-reflexiones" de sabiduría esencial que deben ser bien meditadas y llevadas a la práctica en la vida cotidiana.

 

- 72.- ¡Quiérete y déjate querer!

 

"No hay remedio para la vida y la muerte salvo disfrutar del intermedio" (George Santayana).

 

"Date el gusto: ¡Hazte homenajes! ¡Quiérete y déjate querer! No temas disfrutar ni reír ni divertirte con demasiada frecuencia. Quien es feliz de verdad necesita contagiar a todos su felicidad y al mismo tiempo, ocupado como está en saborear su propio disfrute, no se le pasa por la mente hacer mal a nadie".

 

En algún sitio leí que los placeres deben colocarse en la vida lo mismo que las comas en una frase, y me parece una excelente comparación. Ya trae la vida bastantes contratiempos, disgustos, sinsabores y desgracias como para que nos andemos con remilgos a la hora de disfrutar de los buenos momentos. Hay que aprovechar cualquier ocasión para desconectar, cambiar de actividad, de lugar y no esperar grandes acontecimientos. Es el disfrute de lo cotidiano, de lo que tenemos más al alcance de la mano lo que muchas veces ignoramos y sin embargo puede ser fuente y motivo de gran placer.

 

Por otra parte, se disfruta más cuando el placer es compartido. Algo tan sencillo y fácil como hacer una barbacoa y reunirse con familiares y amigos para comer o cenar proporciona grandes dosis de alegría, risas, chistes, bromas y un ambiente distendido, cordial, de plena colaboración entre todos; la felicidad del otro es tu felicidad: "Prueba este vino o estas chuletas, que están de muerte"... "Deja, deja, ya me encargo yo de hacer el fuego"... "No, los cacharros los friego yo, tú ya has hecho bastante"...

 

Poned una grabadora en cualquiera de estas reuniones entre familiares y amigos y comprobaréis que el ambiente es de acogida, de grata compañía, de deseos de colaborar, de verdadero disfrute.

 

Ya he comentado que más que concederle toda la importancia al largo período de las vacaciones estivales, deberíamos darle un mayor protagonismo a las "minivacaciones" del fin de semana (dos días y medio), que están al alcance de todos. ¡Disfrutemos del intermedio! ¡Hagamos pausas y descansos relajantes y gozosos con bastante frecuencia! Al fin y al cabo todo lo que hagamos debemos supeditarlo a ser lo más felices que podamos.

 

Hay otro tipo de caprichos y homenajes, como comprarte un reloj o ese anillo que tanto te gusta. Pasarte un fin de semana en un buen hotel con todas las comodidades o en un parador nacional. Son caprichos lícitos, sanos, que no suponen mucho dinero ni ponen en peligro la economía familiar y sí nos revitalizan y alegran.

 

Un sencillo, bondadoso e inteligetne taxista, hablando de este tema de darnos de vez en cuando alguna fiesta, me decía: "Yo no tengo un duro, pero dos o tres veces al año me doy el gustazo de llevar a mi mujer y a mis tres hijos a un restaurante y sentirme tan señor como cualquiera de esos millonarios que todos los días comen comida cara. Al ver felices a mi mujer y a mis hijos yo siento mucha más felicidad que todos los ricos juntos".

 

- Recuerda...

 

Quiérete y déjate querer, y date algún homenaje de vez en cuando.

 

(Bernabé Tierno)