De profesión, pavo real: La necesidad imperiosa de sentirse superior a los demás del orgulloso arrogante y egoísta ('Aprendiz de sabio', Bernabé Tierno, 12/126)


Aprendiz de sabio. La guía insuperable para mejorar tu vida

 

- Primera parte: Las doce necesidades insatisfechas, imperiosas, desmedidas, que son consecuencia de nuestros vacíos del alma y nos hacen infantiles, insensatos y desgraciados.

 

- 7.- De profesión, pavo real: La necesidad imperiosa de sentirse superior a los demás del orgulloso arrogante y egoísta.

 

"Lo infinitamente pequeño tiene un orgullo infinitamente grande" (Voltaire).

 

El amor a uno mismo es necesario hasta el punto de que el precepto evangélico: "Ama a tu prójimo como a ti mismo" deja bien claro que es sano, loable y muy saludable sentir amor por lo que somos y tenemos, y no podemos amar a los demás, no podemos crecer y madurar como personas sin ese imprescindible y sano amor a nosotros mismos. El problema está cuando lo que debería ser un amor en creciente madurez, con mayor empatía, preocupándonos cada vez más por nuestros semejantes, se convierte en egoísmo y egocentrismo. Todo lo queremos por y para nosotros y acabamos comportándonos como si todo el mundo girase en nuestro derredor.

 

La necesidad imperiosa de sentirse superior a los demás del orgulloso arrogante y egoísta nada tiene que ver con el verdadero amor a nosotros mismos del precepto evangélico. El orgulloso vive febrilmente buscando su propio beneficio y procurando que los demás estén a su servicio y le veneren. La persona con sano amor a sí misma y alta autoestima se siente feliz valorando a los demás y procurando que las necesidades de sus semejantes se cubran como si fueran sus propias necesidades.

 

Algo bien distinto hace el orgulloso, tan entusiasmado y egoísta que sólo ve en sus semejantes la oportunidad de manejarles a su antojo para que satisfagan sus necesidades y ambiciones. Somos seres únicos, irrepetibles, auténticas maravillas, verdaderas piezas únicas. Esto lo he repetido en infinidad de ocasiones y es la pura verdad. Cuando abordemos el primer principio universal de la potencialidad pura dejaré claro que no hay separación entre esa energía infinita de la nautraleza y la persona. Somos esa potencialidad sin límites, ésta es nuestra esencia. El problema del orgulloso arrogante que necesita sentirse superior a los demás es que no acepta que los otros sean también seres únicos, verdaderas maravillas.

 

Precisamente el valor de nuestra individualidad es que cada persona puede aportar lo que tiene de distinto, lo que le hace singular a la comunidad de todos los seres humanos. El sano amor a sí mismos es común a quienes gozan de alta estima y se sienten valiosos y capaces como sus compañeros de viaje en este mundo en el que nadie es más que nadie, porque ni la cuna ni el dinero ni la inteligencia ni la raza aumentan un ápice nuestra valía. Es el ser persona, representante de la raza humana, el ser hombre y ciudadanos del mundo nuestro título más valioso.

 

- ¿Qué le sucede al orgulloso y por qué va por la vida como un globo hinchado pretendiendo ser más que los demás?

 

Pues que curiosa y paradójicamente no se quiere a sí mismo, no confía en sus capacidades, está dominado por la envidia, los celos y el resentimiento de ser poco competente. Por eso se compara constantemente con los demás y como no profundiza en nada y sólo valora lo externo, piensa que ser más es tener más dinero, más fama, más prestigio, más cosas.

 

Su poder se basa en el miedo a no ser suficiente, a perder el control, a no recibir la aprobación de los demás. Por eso se hincha, se engrandece y miente sobre sí mismo con todo el descaro, porque tiene que compensar su baja estima, el poco aprecio que tiene de sí mismo; sí, he dicho bien, el poco aprecio, por más que fanfarronee y se jacte de ser esto o aquello. Precisamente lo que denuncia la baja estima es la jactancia y la arrogancia de pavo hinchado, tratando de compensar el profundo sentimiento de escasa valía personal que marca su vida.

 

Si algún contratiempo, desgracia, enfermedad o una sabia lección de la vida no lo remedia, el pavo hinchado no cesará de agrandar su desmesurado yo, y su chulería y fanfarronería no conocerán límites. Su vida es una descarada y patética promoción de sí mismo con la única pretensión de impactar, de deslumbrar a sus semejantes, y su desarrollo madurativo desde el punto de vista psicológico y humano se estanca; todo se limita a lo material, a buscar el culto al ego por todos los medios imaginables, convirtiendo su existencia en una sarta de mentiras que le asfixian y delatan.

 

Ocupado como está el orgulloso arrogante en elevarse a sí mismo a los altares y construirse monumentos por donde va, se enroca, no evoluciona y no aprende a valorar a los demás, a reconocerles sus méritos, a compartir cosas y a interesarse por sus problemas, su vida y su felicidad, que sería lo normal en cualquier persona que va mejorando y madurando día a día.

 

Maduramos psicológicamente cuando aprendemos a caminar desde el egoísmo del yo a la empatía y la responsabilidad, interesándonos por el tú y el nosotros. Maduramos en la medida en que dejamos de mirarnos y extasiarnos con nosotros mismos y somos sensibles a las necesidades y  problemas de nuestros semejantes, pero de eso el orgulloso hinchado no tiene ni idea. Cuando nos vamos haciendo cargo de nosotros mismos, somos responsables de nuestros actos, dejamos el egoísmo y nos abrazamos a la sensibildiad, a la generosidad del dar, del perdonar y del compartir, procurando que nuestro paso por la vida deje una huella de bondad y de buenas acciones.

 

- Cómo comportarse ante un orgulloso que se pavonea constantemente.

 

Cada cual tendrá su propio sistema y no hay fórmulas mágicas, pero yo ofrezco la mía al lector por si le sirve de ayuda cuando se encuentre ante un orgulloso arrogante. Dejo las cosas claras diciendo o dejando caer afirmaciones como éstas: "Quien no es o se siente poca cosa, para compensar su complejo necesita aparentar y pavonearse". "La vida en lo personal y en lo profesional me ha enseñado que hay una manera segura de saber que te encuentras ante alguien verdaderamente grande: siempre es humilde, cercano y no se da la menor importancia". "Siento verdadera compasión ante las personas orgullosas y arrogantes que se creen superiores a los demás porque, paradójicamente, cuanto más se alaban, engrandecen y envanecen, más patéticas resultan; porque no engañan a nadie; sólo se engañan a sí mismas atribuyéndose méritos, cualidades y aptitudes que no tienen".

 

Una de estas frases o alguna otra semejante deja claro al engreído que está ante una persona que conoce su debilidad, su miseria humana y que su afán por demostrar que es alguien exhibiendo tantas apariencias no es otra cosa que un grito desesperado por alimentar su escasa y lamentable autoestima como sea, incluso mintiendo sobre sí mismo.

 

En ningún momento, lógicamente, le doy a entender que me estoy refiriendo a él, pero "inteligenti pauca" (al inteligente con poco que le digas, te entiende).

 

A renglón seguido te informo de cómo actúan las personas verdaderamente seguras de sí mismas y nada orgullosas:

 

- Son sencillos, cercanos y coloquiales, y por importantes que sean siempre le hacen sentirse valiosos e importantes a los demás.

 

- Están atentos a reconocer los esfuerzos, méritos y logros de sus semejantes y son efusivos en sus palabras y expresiones.

 

- Tratan a todos por igual, sea cual fuere su nivel socioeconómico y cultural.

 

- Muestran actitud de servicio a los demás y derrochan generosidad y simpatía.

 

Hay que dejar claro, cuando nos encontramos ante un engreído, vanidoso y con deseos de grandeza y de deslumbrarnos, que toda persona verdaderamente equilibrada, madura y digna de admiración reúne en un solo abanico o ramillete las siguientes cualidades:

 

- Sencillez, modestia, cercanía, no se da importancia.

 

- Empatía, sabe ponerse en el lugar del prójimo.

 

- Celebra los méritos, éxitos y cualidades de sus semejantes como si fueran propios y se preocupa de ayudarles, cuando lo necesitan.

 

- Deja por donde va una huella profunda de amor a sus semejantes y de ser feliz haciendo el bien.

 

- Su plenitud interior es fortaleza y alegría y verdadera consistencia psicoafectiva; por eso no concede importancia a lo material, a lo exterior y vive una profunda vida interior.

 

- Retrato robot del orgulloso fanfarrón.

 

- De manera directa o indirecta todo lo que diga, haga y maquine irá orientado a demostrarnos su grandeza.

 

- Ante los fallos y reveses, ante la tozuda realidad jamás reconocerá su culpa y se convertirá en la víctima que lamenta su mala suerte, pero no tardará en vengarse de quien le impidió deslumbrar y ocupar un primer plano.

 

- Su herido egoísmo hará que su yo empequeñecido se vea frustrado y lleno de rabia y envidia. Mostrará una calma y un control aparente, pero es un engaño, su egoísmo sólo le lleva a pensar en sí mismo y en ser, tener y aparentar más que nadie.

 

- Se mostrará como un ser humano y con todos sus defectos, pero con un orgullo tan sutil y una enrevesada humildad tal que dará la impresión de ser superior hasta en ser más humilde. Sus defectos no parecen defectos para él. Su mentira, su falta de palabra, su egoísmo es perdonable, pero sin embargo sabe ser implacable con los menores defectos de los demás.

 

- Nadie mejor que el orgulloso hinchado para venderse a sí mismo y demostrar al mundo su generosidad, sus bondades, sus sacrificios... y usted seguramente le creerá.

 

(Bernabé Tierno)