Principio de causalidad: lo que siembras, en mayor o menor medida, es lo que cosechas ('Aprendiz de sabio', Bernabé Tierno, 21/126)


Aprendiz de sabio. La guía insuperable para mejorar tu vida

 

- Segunda parte: Principios o leyes universales que deben orientar y sustentar la vida del aprendiz de sabio.

 

- 3.- Principio de causalidad: lo que siembras, en mayor o menor medida, es lo que cosechas.

 

"La vida, la naturaleza, la humanidad sólo son bellas palabras cuando son transformadas por un cerebro creador" (Edmond Jaloux).

 

A medida que el individuo humano madura y adquiere experiencia aprende que sus acciones, su conducta, para bien o para mal, tienen unas consecuencias. Es decir, que lo que hacemos genera una fuerza de energía, positiva o negativa, que vuelve a nosotros en la misma proporción. La ciencia demuestra cómo el principio de causalidad se cumple al detalle, por ejemplo, en todas las células sin excepción, porque en la inteligencia universal de todas ellas ya viene programada la respuesta más adecuada a cada situación concreta.

 

¿Qué sucede con el individuo humano? Pues que no viene programado y pertrechado con la respuesta adecuada, como las células de que está formado su cuerpo, y casi siempre reacciona de forma primaria y visceral y toma decisiones de manera inconsciente. Actúa por reflejos condicionados, por impulsos, raramente con sentido común y con sensatez, y aunque es consciente de que sus acciones, su conducta, tienen unas consecuencias, le cuesta mucho aprender de esas consecuencias.

 

Ante determinadas circunstancias (estímulos) parece programado para dar determinadas respuestas: ante una ofensa, un insulto o una descalificación no se para a pensar, no reflexiona sobre los motivos o la especial situación personal de quien insulta o descalifica y, como un robot, reacciona y responde automática e inconscientemente con descalificaciones e insultos semejantes a los realizados por el ofensor.

 

El aprendiz de sabio ha aprendido que lo inteligente es hacer una reflexión-intervención consciente, serena y bien pensada, cuanto más virulento, mal hablado y desafiante sea el agresor. Ante un estímulo o agente muy negativo y con claras intenciones desestabilizadoras, puede y debe dar una respuesta más elaborada, calmada y fría, teniendo en cuenta las circunstancias y la situación de inmadurez, desequilibrio y descontrol del ofensor, no entrar en su juego y centrar sabiamente la atención únicamente en las posibles consecuencias de nuestra acción, en el bien o en el mal que nos reportará obrar de una u otra forma.

 

Si la decisión, si la respuesta que me apetece dar puede acarrearme problemas y aflicción a mí, a los míos y también al agresor, en ningún caso habré de tomar esa decisión o dar esa respuesta. Entre las posibles opciones tomaré la más idónea, que será siempre la que más paz, gozo, tranquilidad y felicidad me reporte a mí y a los míos.

 

El aprendiz de sabio siempre elabora sus respuestas y opta por las soluciones pertinentes desde la calma y el sosiego interior y exterior, desde la atenta reflexión y haciendo caso a la sensación, al mensaje que le transmite su interior de que está optando por la opción correcta. Hace caso a la "corazonada inteligente" que le habla desde la coherencia y la plenitud del espíritu.

 

¿Qué pasa con nuestros errores, con nuestros fallos, con nuestras miserias, con nuestras desgracias? Si es verdad que cosechamos lo que sembramos y que obramos, no pocas veces, de manera reactiva y primaria, sin reflexión y sin sentido común, tropezamos a menudo con la misma piedra, nuestros errores irán en aumento y lo pagaremos caro.

 

El principio de causalidad es inexcuable, pero no es menos verdad que también está en nuestras manos optimizar lo negativo, rentabilizar nuestros fallos y fracasos, aprendiendo de ellos y convirtiéndolos en lecciones de vida práctica y sabiduría. Hay momentos en la vida de todo ser humano en los que una experiencia traumática, incluso terrible y nefasta, puede transformarse y optimizarse, dándole una nueva expresión, orientación y motivo.

 

De todos es conocido que el cantante español Julio Iglesias, de fama internacional, aprendió a tocar la guitarra y a cantar durante el largo tiempo de convalecencia que se vio obligado a soportar tras una grave lesión como portero de fútbol. Julio Iglesias supo optimizar su desgracia, la adversidad que le tocó vivir, en su beneficio, en su bien, dando un nuevo rumbo a su vida que tantas gratificaciones le ha reportado.

 

Se pueden capitalizar los errores y hasta transformar y optimizar la mala suerte y la desgracia, pero con una condición: que nosotros aportemos una inquebrantable esperanza y una tenaz e inteligente actitud mental positiva.

 

- El principio de la causalidad aplicado a tu vida.

 

Puesto que, en buena medida, cosecharás con arreglo a lo que siembres, a lo largo de tu vida, para bien o para mal, tus obras, tus acciones tienen unas consecuencias; piensa bien antes de hablar y de obrar en el futuro. Toma hoy la firme e inteligente decisión de no responder ni reaccionar jamás movido por el impulso primario que se desate en tus vísceras. Date un tiempo de espera, para que el fogozano del momento se extinga y, de manera consciente, reflexiva y serena, valores y sopeses los diversos aspectos y circunstancias que concurren en la situación o en la persona que te inquieta, estresa o saca de tus casillas.

 

Si lo primero es no responder jamás de manera impulsiva y descontrolada, en segundo lugar tienes que pensar detenidamente en las consecuencias que se seguirán para ti y para todos de la respuesta que des, de la actitud que adoptes. Una vez hecha la calma en tu interior, sin odios ni resquemores que te condicionen, toma la decisión que te dicten al unísono tu mente y tu corazón. Hazle caso a esa corazonada inteligente que es posterior a la reflexión, a la calma y a la visión clara y detallada de todos los aspectos implicados en el proceso mental. Por lo que se refiere a los errores, fallos y miserias humanas, el aprendiz de sabio hace suyas las palabras de Jalil Gibran, cuando afirma: "Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes".

 

(Bernabé Tierno)