Principio de la interacción dinámica del universo. Ley del dar y del recibir ('Aprendiz de sabio', Bernabé Tierno, 20/126)


Aprendiz de sabio. La guía insuperable para mejorar tu vida

 

- Segunda parte: Principios o leyes universales que deben orientar y sustentar la vida del aprendiz de sabio.

 

- 2.- Principio de la interacción dinámica del universo. Ley del dar y del recibir.

 

"Todo fluye" (Heráclito).

 

Todos somos universos en miniatura, distintos e irrepetibles, con nuestra propia personalidad e individualidad, y formamos parte del universo con mayúscula, del Todo que se rige por el principio del intercambio dinámico, del dar y del recibir.

 

Como bien dijo Heráclito, todo cambia, nada es estático y nosotros compartimos ese intercambio dinámico con el universo. Nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestra energía se mantienen en constante interacción con el cuerpo, la mente y la energía del cosmos. Los millones de células de nuestro cuerpo permanecen sanas, en equilibrio y estabilidad gracias a la ley del dar y del recibir. Cada célula da algo y apoya a las demás, y es nutrida y apoyada por otras células. El flujo dinámico de dar y de recibir es la esencia de toda célula viva, como lo es dar y recibir entre las personas, y es esencial para que la vida continúe y las sociedades crezcan, se perfeccionen y perduren.

 

Tratar de interrumpir o detener ese intercambio dinámico universal sería lo mismo que pretender interrumpir o detener el flujo de la sangre en nuestro cuerpo. Todo debe fluir, nada debe estancarse o bloquearse. Lo mismo da que hablemos de dinero, de poder, de amor, de energía, de felicidad, de riquezas... El dar engendra el recibir.

 

Si buscamos potenciar y alentar la circulación de la riqueza, de la amistad, de la generosidad, de la paz, de la comprensión, del amor, del perdón necesariamente habremos de dar de forma generosa estos bienes y hacerlos circular. Cuanto más demos más recibiremos y en mayor abundancia, porque el principio del intercambio dinámico se cumple inexorablemente. Lo que recibimos, en mayor o menor medida, suele ser directamente proporcional a lo que entregamos y a la forma y a la intención que acompaña a la entrega. El aprendiz de sabio procura de corazón y con alegría ayudar a sus semejantes a recibir aquello que desean: aprecio, comprensión, amistad, paz, y en ese ejercicio de ayuda recibe lo mismo que desea y da a los demás.

 

¿Qué sucede si el que da no recibe? ¿Queda sin efecto el principio del intercambio dinámico? No, la ley de entrega del dar y del recibir siempre se cumple y en este caso quien hace el bien es inundado por un mayor bien, por un bien doble: el propio de su buena acción y el bien emitido al otro que revierte y vuelve siempre al benefactor. Por eso, cuando hacemos algo por los demás, no debemos pensar ni esperar que nuestra acción sea recompensada a la recíproca; demos dar, pero de forma incondicional. Ya sabemos que lo normal es que quien recibe se sienta impulsado a responder también con una actitud generosa, pero en el caso de que no lo haga, recordemos que el bien que hemos hecho no se pierde, vuelve a nosotros multiplicado.

 

Lo verdaderamente importante es nuestra atención (pensamiento) y nuestra intención (deseo y voluntad), y he observado que si conectamos convenientemente nuestro pensamiento (mente) y nuestro sentimiento, deseo, amor... (corazón) polarizamos una sobrecarga de energía, como si el microcosmos que somos atrajera hacia sí buena parte de la energía del macrocosmos, del universo y la pusiera a su disposición.

 

En no pocas situaciones y momentos difíciles he deseado con toda la fuerza de mi ser el bien para alguna persona cercana (amigo, familiar, paciente, enfermo) y he comprobado (sentido) como una sobrecarga de energía positiva en mi interior. Mis manos, mis palabras, mi mirada (impregnadas de esa especial mezcla de pensamiento positivo, profundo deseo de que esa persona mejorara y amor) se convertían en poderoso talismán, capaz de mejorar un malogrado estado físico, psíquico o emocional. Sé que hay muchas personas que habrán pasado por situaciones semejantes y habrán notado cómo por la fuerza de su atención y el deseo de proporconar un bien concreto a una determinada persona toda la energía del universo parecía que se condensaba en sus palabras, en sus habilidades, en sus actos y se producía el milagro.

 

- El principio de la interacción dinámica aplicado a tu vida cotidiana.

 

Que cualquier persona que hoy llegue hasta ti y se ponga en contacto contigo por cualquier motivo se lleve algo bueno de ti, algo que le reconforte y le haga sentirse bien consigo mismo: una sonrisa, una palabra de aliento, una alabanza, un pequeño detalle... Que no se estanque en ti el flujo de energía positiva universal; siente correr por las venas de todo tu ser toda la fuerza creadora y vivificante del universo, y que al mismo tiempo que te crea, fortalece y vivifca a ti, salga de tu persona cargada de lo mejor de ti mismo y renovada para fortalecer y vivificar a tus semejantes.

 

Muéstrate hoy feliz y muy agradecido por vivir, por tener salud, porque hay personas que te quieren, por todo lo que has recibido y recibes de los demás. Adquiere la saludable y reconfortante costumbre de bendecir y desear el bien a cuantos te rodean, de ser agradecido y de sentir gozo por lo que eres y por lo que tienes. El aprendiz de sabio nunca olvida que es el primer responsable y causante de su felicidad o de su desgracia. Por eso no cesa de generar acciones nobles y saludables, que producen un gran bien en sus semejantes y se convierten en un bien mayor para sí mismo. Tampoco se olvida de tratar con afecto y comprensión al mejor amigo que tiene y que nunca puede fallarle y que es él mismo.

 

Consciente de que toda la energía y potencialidad universal recorre su ser no cesa de disfrutar de todos los dones que le ofrece la naturaleza y de sentirse lluvia, sol, viento, brisa, huracán, noche, día, atardecer o madrugada, árbol y arbusto, flor y espina, ave, rama o delfín... Percibe su individualidad, su singularidad y su grandeza de microcosmos, integrado en el macrocosmos del universo. Consciente también de su importancia, a pesar de su pequeñez, haciendo buenas las palabras de Duane Elgin: "Nadie puede ocupar tu lugar. Cada uno de nosotros teje una hebra en la tela de la creación. Nadie puede tejer esa hebra por nosotros".

 

Aprende como buen aprendiz de sabio a ser siempre, estés donde estés, correa de transmisión del bien. Haz circular todos los dones, bienes y riquezas que la vida y la naturaleza ponen a tu alcance. Disfrútalos, mientras pasen por tu vida, pero por tu bien y el de los demás, no intentes retenerlos; deja que fluyan, que circulen... porque nuevos gozos, bienes y riquezas sin límites esperan su momento para llegar a tu vida, llenarla y enriquecerla y seguir su camino, haciendo realidad a cada instante el intercambio dinámico del universo, la ley del dar y del recibir.

 

(Bernabé Tierno)