Principio de la armonía, del equilibrio, del mínimo esfuerzo, de lo natural ('Aprendiz de sabio', Bernabé Tierno, 22/126)


Aprendiz de sabio. La guía insuperable para mejorar tu vida

 

- Segunda parte: Principios o leyes universales que deben orientar y sustentar la vida del aprendiz de sabio.

 

- 4.- Principio de la armonía, del equilibrio, del mínimo esfuerzo, de lo natural.

 

"El huracán de los milagros sopla perpetuamente. Día y noche los fenómenos, en tumulto, surgen a nuestro alrededor por todas partes y, lo que no es menos maravilloso, sin turbar la majestuosa tranquilidad del Ser. Este tumulto es la armonía" (Victor Hugo).

 

Habrás observado que en la naturaleza todo o casi todo crece y se desarrolla en silencio y sin esfuerzo. Ahí están miles de especies animales y de plantas de todo tipo en perfecta armonía y casi en el más absoluto silencio. Simplemente crecen, se desarrollan y viven tocados de esa fuerza intrínseca de equilibrio y de armonía natural con todos los demás seres creados.

 

La razón está en que la inteligencia del universo y de la naturaleza toda funciona con suma quietud, facilidad y alegría, libre de esfuerzos y de preocupaciones, como le sucede al individuo humano. Estamos ante el principio universal de la armonía, del amor, de la sinergia y de la no resistencia. El ser humano es parte de esa naturaleza y participa del principio universal de la armonía y del equilibrio, si se proyecta desde su yo íntimo, espiritual, auténtico, libre de condicionantes. El ejemplo lo tenemos bien claro en nuestro propio cuerpo, en el que cada célula realiza su trabajo en silencio y armonía, con eficacia tan callada y natural como real y sin el menor esfuerzo.

 

Cuando estemos estresados, alterados, ofendidos, cansados, decepcionados sólo puede ayudarnos el principio de la armonía y del equilibrio universal que todo lo llena. Dejemos en esos momentos que ese inmenso caudal de la energía universal y del equilibrio y armonía que reina en la naturaleza inunde nuestra vida, pensamientos, deseos y obras de silencio fecundo, de paz y de fuerza interior.

 

La misma armonía y energía silenciosa que rige el universo y la naturaleza es la armonía y energía de nuestra naturaleza humana. Por decirlo de manera más sencilla: las pilas de nuestro organismo y de nuestro psiquismo se cargan y recargan de manera automática, siempre que salimos de nuestro egoísmo, nos abrimos a los demás y nos proponemos el bien y la armonía con nuestros semejantes y con todos los seres creados.

 

Algo bien distinto sucede si nos empeñamos en alimentar nuestro ego y sólo pensamos en nosotros mismos y buscamos satisfacer nuestro egoísmo atesorando dinero, poder, bienes, cosas... Cuando obramos así nos desconectamos del inmenso caudal de energía universal, impedimos que circule libremente, somos un obstáculo y rompemos ese principio de la armonía y del equilibrio universal que se mantiene en la medida en que "todos somos para todos" y todo contribuye al buen funcionamiento del Todo.

 

- El principio de la armonía y del mínimo esfuerzo aplicado a la vida cotidiana.

 

Así como en nuestro cuerpo cada célula realiza su trabajo en silencio, equilibrio y armonía con las demás células, de forma natural y con el mínimo esfuerzo y desgaste y todas se mantienen sanas gracias a la ley del dar y del recibir, así también nosotros, los seres humanos, debemos llevar este principio a nuestras vidas, haciendo lo posible por mantener nuestro interior sintonizado con la armonía universal del cosmos.

 

Como la realidad de la vida es dura, las cosas pocas veces suceden a nuestro gusto y las personas con quienes convivimos y nos relacionamos tampoco adaptan su comportamiento a nuestra voluntad y deseo, el aprendiz de sabio emplea tres recursos que le ayudan a aplicar el principio de la armonía y del equilibrio a la conflictiva y estresante vida cotidiana.

 

- El primer recurso de que se sirve es el de "la aceptación de lo inevitable", porque es inútil pretender cambiar lo que ya es y no puede dejar de ser. Propiciamos una gran armonía y equilibrio interior al permitir y aceptar las cosas, las personas y las situaciones según vienen y se presentan sin olvidar que, en las peores circunstancias, nuestro estado de ánimo y hasta nuestra felicidad dependen más de la actitud que adoptamos que de lo que nos sucede. Es evidente que este recurso sólo se aplica ante lo inevitable, porque si existiera una sola posibilidad de evitar que determinada situación, persona o cosa te perjudique, como buen aprendiz de sabio, emplearás todos los medios y recursos a tu alcance para impedir que algo o alguien te haga daño, pero sin perder tu equilibrio, con la fuerza incontenible de la calma activa y eficaz.

 

¿Qué sucede cuando pretendemos el imposible de luchar contra lo inevitable, pretendiendo que no sea una realidad algo que ya ha sucedido? Que obramos de la manera más descabellada y necia, porque al luchar contra un imposible nos convertimos en obstáculo, en problema y perdemos nuestro propio equilibrio, al desconectarnos del equilibrio y armonía que rigen el universo.

 

'Ejemplo': Carlos pasó por una grave situación personal cuatro años después de casarse. Juega importantes cantidades de dinero en las máquinas tragaperras. De esto hace treinta años y Lucía, su esposa, todavía sigue recriminándole aquel fatídico año. Esta actitud de no aceptación de una realidad insoslayable está llevando al matrimonio a una grave crisis, que me temo acabará en separación. ¿Todo por qué? Porque Lucía ni ha perdonado ni ha aceptado que su esposo, como ser humano, se equivocó. Traer ese pasado de hace treinta años a la realidad de hoy ha llevado a Carlos a enfermar y pedir desesperadamente desconectarse de ese agente desequilibrador y estresante que es Lucía.

 

Si en estos momentos de tu vida un determinado acontecimiento o una persona en concreto te saca de quicio y te sientes frustrado, debes admitir que no estás reaccionando ante esa situación o persona, sino ante lo que sientes sobre esa sitaución o persona en concreto, y lo que tú sientes no es culpa ni de las circunstancias ni de las personas contra las que albergas determinados sentimientos.

 

- El segundo recurso que utiliza el aprendiz de sabio es el de la optimización o transformación de lo negativo en positivo. Si el viento no le viene a favor se pone en la orientación en que sopla para aprovechar su impulso en su propio beneficio.

 

En cualquier situación grave y frente a cualquier persona problemática se puede optar por una actitud inteligente y transfomrar lo negativo en positivo, en el sentido de acumular experiencia y sabiduría personal para el futuro. Siempre es posible encontrar algunos granos de trigo en un camión de paja. Esos granos de trigo son ricas experiencias de inapreciable sabiduría para afrontar con más éxito nuevas situaciones problemáticas.

 

- El tercer recurso es el de adoptar la actitud del junco o del mimbre que se doblega, pero sobrevive a cualquier peso o fuerza. El aprendiz de sabio elige de buen grado la "no resistencia", no acusación a nadie, no enrocamiento en su punto de vista, "tieso y erguido como una caña".

 

Si no luchas para sentirte vencedor, si no necestias tener razón para afirmarte como persona, si no te resistes para demostrar tu fuerza, si no haces depender tu valía, tu seguridad, tu autoestima o tu felicidad de echarte un pulso constatemente con las cosas, las circunstancias y las personas... te sentirás en plenitud y en paz y armonía contigo mismo y con el universo. Al no tener nada ni nadie de que defenderte y, si no te sientes atacado por nadie, no malgastarás ni tu tiempo ni tus energías en disputas ni tendrás que justificarte por cómo eres o por qué obras de esta o aquella manera.

 

Desde ese estado de plena serenidad y seguridad observarás cuanto sucede en tu derredor, escucharás todas las opiniones y pareceres y comprobarás que hay tantas "verdades" y juicios de valor como personas... Como buen aprendiz de sabio mantente abierto y atento a todas las opiniones y puntos de vista, pero no te decidas ni decantes de manera apasionada, rígida u obsesiva por ninguna opción, idea o criterio.

 

Conviértete en mero espectador que observa, pero no opina. Mientras disfrutas de la aceptación de la realidad que observas, vívela sin lucha, sin queja, y deja que todo suceda con la serenidad y el equilibrio silenciosos de que nos da ejemplo la naturaleza. Saborea cada instante, siéntelo vivamente en paz, plenitud y armonía física y psíquica.

 

- Ejercicio práctico.

 

Nada más despertarte cada mañana, al tiempo que realizas varias respiraciones profundas frente a la ventana o en tu jardín, repítete a ti mismo el mensaje de equilibrio que se está haciendo realidad en el universo, en el sentido de que las cosas son tal como deben ser en plenitud de un orden y de una armonía. Tú formas parte de ese universo, y esa misma armonía y silencio que presiden todas las fuerzas y sinergias de todos los seres creados y se concentran en ti, te inundan, te completan y te equilibran, si no luchas ni te desesperas ni te rebelas contra el momento que vives.

 

Prepárate bien mentalmente, porque hoy te surgirán circunstancias adversas, problemas más o menos graves y personas con mayor o menor desequilibrio, inestabilidad mental y emocional y hasta maldad, que podrán romper tu equilibrio y tu armonía interior. Sé inteligente y como buen aprendiz de sabio en lugar de desesperarte, trinar y rabiar contra lo que te suceda o te hagan, acéptalo y utilízalo como una oportunidad estupenda para superarte, para probarte a ti mismo, autorrealizarte y crecer interiormente.

 

No juzgues ni condenes. No acuses ni presentes batalla. No provoques a los demás para que se vean en la necesidad de atacarte o de defenderse de ti. Simplemente acepta con serenidad y calma la realidad que hoy te depare la vida, pero sin olvidar que tú eres quien decide y elige que esa realidad sea para ti plenamente gratificante, porque lo externo a ti, por desequilibrador y terrible que sea, sabrás optimizarlo, después de aceptarlo y controlarlo.

 

(Bernabé Tierno)