Victimismo: Necesidad imperiosa de sentirse víctima y buscar compasión para ser centro de atención y obtener beneficios. Desempeñar a las mil maravillas el papel de víctima propiciatoria ('Aprendiz de sabio', Bernabé Tierno, 13/126)


Aprendiz de sabio. La guía insuperable para mejorar tu vida

 

- Primera parte: Las doce necesidades insatisfechas, imperiosas, desmedidas, que son consecuencia de nuestros vacíos del alma y nos hacen infantiles, insensatos y desgraciados.

 

- 8.- Victimismo: Necesidad imperiosa de sentirse víctima y buscar compasión para ser centro de atención y obtener beneficios. Desempeñar a las mil maravillas el papel de víctima propiciatoria.

 

"El sabio no se sienta para lamentarse, sino que se pone alegremente a su tarea para reparar el daño" (William Shakespeare).

 

- Diferencias entre las verdaderas víctimas inocentes y quienes necesitan imperiosa y patológicamente sentirse víctimas.

 

Las auténticas víctimas inocentes se sienten verdaderamente ultrajadas y vejadas por un maltratador concreto, con nombre y apellidos, y jamás buscan sentirse el centro de atención por ser maltratadas; muy al contrario sienten vergüenza y miedo por la situación que sufren y desean con todas sus fuerzas librarse de esa lacra.

 

Quien maltrata física o psíquicamente a otra persona merece todo nuestro desprecio y todo cuanto hagamos por que nuestra sociedad se libre de esta mancha será poco.

 

Suele darse un perfil del maltrtado y del maltratador que puede aproximarse más o menos a la idea general de cómo es la persona capaz de infligir daño a un semejante, pero también es verdad que hay personas que por sus especiales características se convierten más fácilmente en víctimas de malos tratos.

 

Quiero dejar claro desde el principio que en ningún caso me refiero a las víctimas que son auténticas y sufren de verdad, sino a tantas personas que jamás han sufrido malos tratos y van de mártires por la vida, sacando provecho del papel que tan magistralmente representan.

 

Quienes practican el victimismo son estupendos actores que con su actitud siempre doliente, sufridora y de ser maltratados por la vida consiguen estos objetivos:

 

- Ser el centro de atención de tanta buena gente que les compadece.

 

- Caer bien, suscitar compasión y beneficios de todo tipo: afectivos, económicos, de simpatía.

 

- Tocar poder, sentirse protegido por los fuertes y misericordiosos, de las personas bondadosas que se sentirán mal al verle sufrir.

 

- Convertir en víctimas a los demás: a unos, débiles, víctimas desgraciadas proque el victimista necesita hacer sufrir; a otros, fuertes, porque les controla con sus lamentos, penurias y pesares y no logran quitárselos de encima y se pegan como lapas.

 

- De tanto representar su papel llega a creerse mártir, un verdadero santo, un ser con méritos especiales y gran dignidad. Para ellos sufrir es lo más meritorio. Esgrimen sus penas como heridas de guerra...

 

- Controlar a los demás, sobre todo al cónyuge, con el propio sufrimiento: "Yo soy tu víctima y tú eres el malvado, debes sentirte un ser despreciable".

 

"La tragedia deleita porque trae una sombra de placer que existe en el dolor" (Mary Shelley).

 

- ¿Quienes practican el victimismo nunca han sido maltratados?

 

No es demasiado fácil distinguir a la verdadera víctima y a quien padece de victimismo. El victimista se comporta como un actor, saca provecho a su papel de víctima como acabamos de describir y, en consecuencia, una persona que ha sido víctima de malos tratos puede convertirse después en victimista, utilizar su desgraciada experiencia para hacer que los demás se sientan mal y sacar provecho a su autocompasión y supuesto sufrimiento. En cualquier caso el auténtico victimista necesita sentirse un mártir y, en cierta medida, experimenta un regusto especial cuando es menospreciado o castigado porque eso es lo que, según su mente enferma, le da dignidad y una categoría superior. Se siente por encima de los demás mortales al ser enorme su sufrimiento y las vejaciones que padece.

 

Ni que decir tien que estamos ante un grado supremo de orgullo muy sutil, pero vestido de sufrimiento y humildad y esto, entiéndanlo bien, nada tiene que ver con la santidad. "Somos elegidos del Señor, los más amador por Él y por eso nos manda tanto sufrimiento". Así piensan algunos directores espirituales que carecen de la higiene mental suficiente para dirigir a nadie; son enfermos. Por ese camino de engrandecimiento del sufrimiento y de la solemne barbaridad de afirmar que Dios desea el sufrimiento y lo envía a sus elegidos, no es difícil pensar que hacer sufrir a un semejante es cumplir un deseo divino y en consecuencia lo llevan a la práctica. El victimista en su locura busca sentirse víctima y maltratado para justificar el sufrimiento que él pueda causar a otros y poder culpar así a sus agresores.

 

'La regla de oro' para distinguir a una buena persona que por desgracia ha recibido malos tratos y a un victimista es la siguiente: el victimista siempre busca sacar provecho de su victimismo, no perdona de corazón y es vengativo. El maltratado honesto no saca ventaja del maltrato, está dispuesto a perdonar y busca la paz sin notoriedad.

 

"Los que más se lamentan son los que menos sufren" (Tácito).

 

- El peligro de convertirse en víctima de un victimista.

 

Es estupendo, loable y honorable ayudar a los demás y todos tenemos la obligación moral de estar codo con codo al lado de una persona maltratada en todos los sentidos, pero mi consejo profesional es que, de inmediato, se ponga el caso en manos de la justicia y de los profesionales competentes para juzgar si se trata de una verdadera víctima o de un victimista. El victimismo jamás quiere ayuda profesional ni poner su caso en manos de la justicia, y usted comete un grave errror si pretende ir en solitario y de salvador por la vida de una persona que dice haber sido estafada, violada o maltratada.

 

Si tú has caído en las garras de un victimista has de saber que estás ante alguien con un pasado lleno de traumas físicos y psíquicos, con relaciones extrañas, muchas mentiras y falsedades, historias que nada tienen que ver con la realidad, amores y amoríos y relaciones tormentosas. Si tú eres su confidente, su salvador y su todo, pronto te darás cuenta de que has cargado sobre ti un peso insoportable. Por eso le aconsejo que no lo haga en solitario y, aunque esté cerca del posible victimista, deje este asunto en manos de profesionales y de la justicia. El victimista seguramente no es consciente de la realidad en que se debate ahora, que es similar a la realidad de muchos años atrás. Siempre ha buscado dar pena, suscitar compasión y que todos reconozcan que es una persona perseguida por la mala suerte; en el amor, en los negocios, en todo.

 

- ¿Cómo comportarte con un victimista?

 

En lugar de compadecer al victimista hay que ayudarle a salir de su estado. Pregúntale de forma directa: "¿Qué beneficio te reporta sufrir?". En caso de que no acierte a dar una respuesta, ayúdale a pensar en las cosas que obtiene, como compasión, ayuda, etc. Déjale claro que hay momentos críticos en los que nadie se libra de sufrir, pero sí es posible no sentirse un desdichado y condenado a soportarlo todo. Circunstancial y puntualmente sufrimos, pero podemos aliviar y controlar el sufrimiento y la primera pregunta es: '¿Qué parte de responsabilidad tengo en mi sufrimiento?' Algo habrá que puedas hacer tú para mejorar, para no ser siempre el rigor de las desdichas. ¿No te das cuenta de que eso va contra toda lógica?

 

Si eres víctima de malos tratos puedes decidir no engañarte ni dejarte engañar y denunciar tu situación. Sé sincero contigo mismo y haz lo que debes hacer en lugar de instalarte en el lamento y la queja constante y en el regusto de sentirte una víctima que merece compasión.

 

(Bernabé Tierno)