Dueño de ti mismo ('Aprendiz de sabio', Bernabé Tierno, 39/126)


Aprendiz de sabio. La guía insuperable para mejorar tu vida

 

- Tercera parte: Cien "lecciones-reflexiones" de sabiduría esencial que deben ser bien meditadas y llevadas a la práctica en la vida cotidiana.

 

- 14.- Dueño de ti mismo.

 

"Todo lo que no se comprende, envenena" (Eugenio d'Ors).

 

"Si la ira se desata en tu pecho porque alguien te hace mucho daño, te irrita, te menosprecia o te saca de quicio, imagínate a esa persona que te crea esos problemas, como un niño que gatea y ni siquiera sabe andar todavía, o como un anciano decrépito que no se vale por sí mismo. Sentirás que tu ira deja de rugir, tu rostro recupera la serenidad y en tu boca se dibujará una sonrisa de comprensión, que te devolverá la paz y el sosiego de tu espíritu".

 

Como a muchos españoles me tocó en suerte hacer el servicio militar en África, concretamente en El Aaiún. Aunque aquello fue duro, no sólo no reniego de la obligada experiencia, sino que la considero positiva por diversas razones. Un buen día un soldado compañero, que nunca había tenido nada contra mí, montó en cólera acusándome de que la tenía tomada con él porque le ponía más guardias que a los demás en el fortín (el lugar más peligroso donde se guardaban bombas, explosivos, etc.). Yo era cabo primero, podía aprovecharme de mi rango superior o simplemente responder como hombre orgulloso al desafío de sus palabras: "Si no estuviéramos en la mili, te ibas a enterar"; partiéndole la cara o arrestándole. Evidentemente, no lo hice, porque en la mirada furibunda de aquel muchacho lleno de ira, que estaba desatando en mi pecho una ira semejante, descubrí dolor y desesperación. En ese momento, surgió en mí un sentimiento de comprensión y de afecto hacia ese chico. Recordé que hacía tan sólo dos semanas había recibido una carta de la novia diciéndole que estaba saliendo con un chico de su oficina, que lo sentía mucho y que todo había terminado entre ellos. "Perdóname -le dije-, es posible que lleves razón en lo de las guardias, porque yo haya tenido un despiste, pero si te has puesto así conmigo, desafiándome, es porque te pasa algo grave". Puse mi brazo sobre sus hombros, ofreciéndole mi ayuda, y aquel pobre chico se derrumbó por completo y entre sollozos me dijo: "Era poco que me dejara la novia hace unos días y acabo de recibir otra carta diciéndome que a mi padre le ha dado un infarto". Le di un fortísimo abrazo, le consolé y desde ese día fue uno de mis mejores amigos.

 

Aprendí que detrás de la rabia y de la ira no siempre se encuentra una mala persona, sino alguien frustrado, dolorido, acomplejado, con miedo, desesperado... No se apaga ni se resuelve la acción iracunda con otra respuesta también violenta y desafiante, sino con grandes dosis de ecuanimidad, empatía y comprensión, recurriendo a nuestra inteligencia, armándonos de paciencia, de bondad y tratando de averiguar las causas de una actitud tan explosiva e incontrolada (reorganización cognitiva se denomina en psicología a esta forma de intervenir en casos semejantes).

 

Dice Arthur Schopenhauer que "lo que la lluvia es para el fuego, es la lástima para la ira". Yo diría que más que lástima, es comprensión, empatía, bondad, grandeza de espíritu y y gran madurez mental y psíquica.

 

En la próxima ocasión en la que alguien con sus palabras y actitudes despierte en ti la ira, recuerda que detrás seguramente se encuentra no un ser malvado, sino alguien muy herido, temeroso y decepcionado.

 

(Bernabé Tierno)