Enemigos, los justos ('Aprendiz de sabio', Bernabé Tierno, 32/126)


Aprendiz de sabio. La guía insuperable para mejorar tu vida

 

- Tercera parte: Cien "lecciones-reflexiones" de sabiduría esencial que deben ser bien meditadas y llevadas a la práctica en la vida cotidiana.

 

- 7.- Enemigos, los justos.

 

"Perdona siempre a tu enemigo. No hay nada que le enfurezca más" (Oscar Wilde).

 

"No libres batallas que no te interesan ni luches con enemigos que no te has buscado. Debes ser tú quien de manera fría, serena y consciente decidas en qué batallas y con qué enemigos prefieres luchar, si es que realmente, desde una sosegada objetividad y libre de apasionamiento, consideras que merece la pena enfrentarte al enemigo más que librarte de él dándole de lado o perdonándolo. Por favor, no te metas en más líos, no pretendas ser el perejil de todas las salsas".

 

Seguro que el amable lector conoce a algún familiar cercano, amigo, compañero de trabajo, etc., que siempre anda metido en líos y problemas. Dice que se los encuentra, pero la verdad es que son estas personas quienes no hay día que no busquen el conflicto como el tábano la herida donde picar.

 

No me cabe la menor duda de que hay momentos en nuestras vidas en los que hay que reaccionar con energía y pasar a la acción con valentía cuando alguien trata de aprovecharse de nuestra bondad o lesionar nuestros intereses. Dejarse pisar y avasallar y que el ofensor, calumniador o violento se vaya de rositas es un grave error. Pero también es un grave error ofenderse y enfadarse por todo e ir por la vida interpretando el papel de bucanero, maldiciendo, amenazando y mostrando un constante malhumor y cabreo por casi todo, viendo enemigos por todas partes.

 

Salvo en esos casos en los que no queda otro remedio que poner en su sitio a quien nos ofende o pretende causarnos un grave daño, lo inteligente es demostrar al ofensor que no es enemigo para nosotros, que nos encontramos en un nivel superior de autorrealización y que no perdemos el tiempo en bobadas.

 

Aquí sí que es verdad que el mejor desprecio es no hacer aprecio de las ofensas de un acomplejado, de un resentido o de un engreído. Nada le afecta ni le molesta más que el perdón en el sentido de saber dejarle con su maldad, su odio y resentimiento y decirle que tiene todo el derecho a juzgarnos y califcarnos tan negativamente como lo hace, pero que nosotros tenemos mucho mejor concepto de nosotros mismos y hasta de él, que es quien nos ataca y pretende herirnos.

 

El aprendiz de sabio ha llegado a entender que si está siempre dispuesto a responder a cualquiera que pretenda hacerle daño, menospreciarle o amargarle el día, no le quedará tiempo para sí mismo, para sentirse bien con quienes le tienen gran estima y para disfrutar de la vida. Por eso, con buen tino y gran sabiduría es él quien decide si merece la pena o no enfrentarse a enemigos, que no se ha buscado, ni a quienes considera verdaderos enemigos. Opta casi siempre por el perdón y por no estar disponible para personas de las que no le interesan ni sus vidas, ni sus ataques, ni sus maldades. No buscarse problemas y evitar en lo posible los que pretendan endosarnos es una prueba de sabiduría.

 

(Bernabé Tierno)