Perfección; no perfeccionismo ('Aprendiz de sabio', Bernabé Tierno, 33/126)


Aprendiz de sabio. La guía insuperable para mejorar tu vida

 

- Tercera parte: Cien "lecciones-reflexiones" de sabiduría esencial que deben ser bien meditadas y llevadas a la práctica en la vida cotidiana.

 

- 8.- Perfección; no perfeccionismo.

 

"La felicidad que no perfecciona es mentira: la perfección que hace desgraciados no es verdad" (Concepción Arenal).

 

"El perfeccionismo es fuente de ansiedad, de estrés y de neurosis y, en consecuencia, es incompatible con la paz interior, con la salud psíquica y con una personalidad equilibrada y armónica. Es preferible ponerse como meta buscar en todo la excelencia, es decir, hacer las cosas lo mejor posible. Pero al perfeccionista esto no le satisface y pretende el imposible de la perfección en todo, algo que le agota y estresa constantemente. Es suprahumano e inhumano buscar la inalcanzable y frustrante perfección, porque todos somos limitados y nadie es perfecto. El aprendiz de sabio se decanta por la excelencia, hace todo lo mejor que puede y sabe, se acepta como es con limitaciones, defectos, algunas virtudes y cualidades y ¡¡lo disfruta!!".

 

La mayoría de los perfeccionistas que he conocido se sentían mal consigo mismos y al pretender la perfección, acabaron por instalarse en la inanición y el fracaso quejumbroso, trinando contra sí mismos, contra su mala suerte, contra la maldad de los demás o contra la vida.

 

El perfeccionista nunca llega a ser una persona de éxito por culpa de su mente dicotómica, que todo lo percibe y proyecta en la línea de "todo-nada". No le interesan los pequeños éxitos, no soporta aprender de los fracasos y al pretender este imposible, se instala en la renuncia, en no intentar nada si no tiene garantizado el éxito.

 

Hay una prueba sencilla que hacemos los psicólogos a los niños, que predice en buena medida quiénes tendrán éxito y lograrán sus objetivos al llegar a dultos. Se invita a los niños de ocho o diez años para que consigan meter en la boca de una rana metálica, en un plato o en un agujero todas las monedas o arandelas metálicas que puedan. Se les indica que el mérito está en conseguir meter el mayor número de piezas posible a más distancia. Pues bien, los niños perfeccionistas y los que siguen la ley del menor esfuerzo se colocan tan cerca que meten todas las fichas porque no soportan los fallos, o bien se colocan demasiado lejos y así justifican su fracaso. Algunos niños, los eficaces, los que no buscan la perfección, sino la excelencia, se entrenan desde diversas distancias hasta lograr una dificultad media y se sienten satisfechos si desde una buena distancia consiguen colar cuatro o cinco fichas de diez. Ellos mismos asumen que esos "fracasos" son necesarios para adquirir más habilidad. A medida que son más hábiles, aumentan la dificultad, es decir, la distancia.

 

El ser humano está pensado para superar obstáculos, vencer dificultades, asumir responsabilidades y lograr objetivos. Las cosas casi nunca salen a la primera y mucho menos a la perfección, y a lo máximo que podemos aspirar los humanos es a poner todo el esfuerzo, toda nuestra inteligencia y todo nuestro empeño en aquello que nos proponemos. A eso llamamos actitud inteligente que suele tener como consecuencia excelentes resultados, eficacia, felicidad que perfecciona.

 

(Bernabé Tierno)