... Y además es imposible ('Aprendiz de sabio', Bernabé Tierno, 74/126)


Aprendiz de sabio. La guía insuperable para mejorar tu vida

 

- Tercera parte: Cien "lecciones-reflexiones" de sabiduría esencial que deben ser bien meditadas y llevadas a la práctica en la vida cotidiana.

 

- 49.- ... Y además es imposible.

 

"El que quiere de esta vida todas las cosas a su gusto, tendrá muchos disgustos" (Francisco de Quevedo).

 

"La vida, las personas, las cosas... Todo es como es, y si te empeñas en que todo sea y se encuentre a tu gusto y conveniencia, te estresarás y agotarás. No puedes controlarlo todo, y pretender que los acotencimientos te vengan siempre a favor es un empeño inútil. Acepta la realidad de cada día, deja que las cosas sean como son y sigan su curso y tú sé como crees que debes ser. Piensa que así está bien, y en cualquier caso que nada te impida vivir en paz y en sosiego contigo mismo".

 

Desde niños expresamos con claridad que esto o aquello no nos gusta. No nos gusta la comida que mamá ha preparado ese día, no nos gusta la profesora de infantil que nos ha tocado en suerte y no nos gustan infinidad de cosas. Pronto aprendemos a expresar el gusto o el disgusto, la atracción o el rechazo que sentimos ante las personas, las situaciones y las cosas. Mucho antes de hablar y de pensar con cierta lógica, el individuo humano aprende a expresar su agrado o desagrado y esto es bueno, es positivo porque en cierta medida el gusto o disgusto es un mecanismo de defensa, pero no siempre.

 

Habituados como estamos desde la más tierna infancia a decantarnos por lo que nos gusta o disgusta, nos agrada o nos desagrada, corremos el peligro de que infinidad de cosas que son buenas, convenientes y provechosas, incluso imrpescindibles para nuestra salud y para nuestra formación como personas, las rechacemos, no las hagamos y nos privemos de un bien, de un hábito, de una habilidad o de un conocimiento fundamental.

 

Hacia los ocho años de edad un niño ya tiene que saber que hay muchas cosas que no nos gustan, pero son buenas y convenientes y tenemos que hacerlas, aunque no nos apetezcan y nos cueste trabajo llevarlas a cabo.

 

Una persona, cuya vida se rigiera solamente por el gusto o el disgusto, estaría abocada al fracaso. Discernir que algo es bueno para la salud, para nuestra formación y que nos conviene es uno de los primeros logros educativos de los padres y educadores.

 

No hace mucho unos padres bien formados e inteligentes me trajeron a la consulta a un niño de siete años, inteligente, pero caprichoso y terco. Decía que no quería ir a clase porque no le gustaba su profesora. Los padres me dijeron que era una profesora excelente, pero que no se andaba con bobadas y era firme y exigente con los niños. A Carlitos le gustaba mucho más su profe de primero. Era más mimosa y siempre estaba riendo. "Carlitos -le dije-, yo te veo muy grande y muy inteligente; necesitas aprender a responsabilizarte y estás en la edad en que todos, a mí también me pasó, tenemos que hacer cosas que no nos gustan, pero son buenas y nos convienen. Dices que no te gusta tu profesora. A lo mejor tú tampoco le gustas a ella, porque te portas mal y protestas por todo. Ella no dice nada y, aunque no le gusten, está haciendo lo posible por gustarte. También puede ser que sí le gustes y esté esperando a que le demuestres que te sientes bien en su clase, que hagas los trabajos y ella te felicitará por esforzarte. Lo que importa es que yo sé, y tus papás también, que es una buena profesora, de las mejores. ¿Por qué no pruebas tú a portarte bien y haces "como si" te gustara mucho tu profesora? Prueba durante una semana y veremos lo que pasa". La profesora estaba al tanto de todo e hizo también lo que pudo de su parte, y Carlitos terminó encantado con ella.

 

Si las cosas, las personas y las situaciones no son de nuestro agrado y no es posible o conveniente cambiarlas, hagamos lo posible por "gustarle" nosotros a las cosas, a las personas y a las situaciones. Hagamos "como si" nos gustaran. Abandonemos actitudes infantiles e inmaduras regidas por el gusto o disgusto: un progreso de nuestra madurez.

 

(Bernabé Tierno)