Zafarrancho de limpieza, de odios, rencores... ('Aprendiz de sabio', Bernabé Tierno, 93/126)


Aprendiz de sabio. La guía insuperable para mejorar tu vida

 

- Tercera parte: Cien "lecciones-reflexiones" de sabiduría esencial que deben ser bien meditadas y llevadas a la práctica en la vida cotidiana.

 

- 68.- Zafarrancho de limpieza, de odios, rencores...

 

"Odiar es un despiljarro del corazón y el corazón es nuestro mayor tesoro".

 

"Haz limpieza total de cosas inútiles, de viejos odios y rencores, de recelos, de sentimientos y de pensamientos cargados de venganza... Limpia de trastos viejos tu mente y tu corazón y orienta la vida hacia nuevas madrugadas llenas de quietud y paz interior, en las que comience a despuntar el cálido sol del amor, del perdón y de la plenitud interior".

 

El aprendiz de sabio ya viene de vuelta de tanta parafernalia y recoveco, no tiene ni armarios ni armatostes, ni trasteros ni trastiendas, y camina con lo puesto, ligero de equipaje. Sólo va cargado de un profundo amor a sí mismo y de gran respeto y consideración por sus semejantes. Nada guarda ni retiene y así nada le pesa ni le crea problemas.

 

Perdonar y olvidar las ofensas es obrar de forma paternal, comprensiva y sobre todo inteligente, y no conceder demasiada importancia ni a la ofensa ni al ofensor. Odiar, por el contrario, sólo demuestra ofuscación, primariedad y escasa inteligencia, porque se le concede demasiado protagonismo y relevancia al ofensor. Sólo se odia a quien se valora y se considera igual o superior a nosotros mismos.

 

Por eso, odiar es un despilfarro del corazón, de tiempo y sobre todo de inteligencia. Cuanto más odias y con más intensidad, mayor es el monumento que le levantas a tu ofensor y más bajo caes tú. Como dice La Rochefoucauld: "Cuando nuestro odio es demasiado vivo, nos coloca por debajo de lo que odiamos". Alguien ha dicho que solamente odiamos a quien nos hace sentir nuestra propia inferioridad... ¿Será verdad?

 

Buda y Gandhi se ponen de acuerdo y los dos afirman lo mismo: que el odio nunca es vencido por el odio, sino por el amor. Sin ánimo de contradecir a tan extraordinarios personajes y mucho menos corregirles, me atrevo a afirmar que, a veces, en lugar del amor, la más absoluta indiferencia también haría un buen papel.

 

Un buen amigo me decía que quienes le ofenden y le odian no existen para él y si se cruzan en su camino, se comporta como si no les viera. "Si ni existen ni los veo, ningún daño pueden hacerme", insiste, y dice que le da buen resultado esta actitud...

 

- ¿Qué hace el aprendiz de sabio?

 

Limpia por completo su mente y su corazón de trastos viejos, de odios, rencores, ofensas, fechorías que le han hecho, jugadas canallescas, recelos... y se coloca en una dimensión superior, como diciendo: "No me ofendes porque ocupamos un plano diferente: no me considero ni más ni mejor que tú, sino con una percepción distinta de las cosas. Tus ofensas no me hacen mella, entre otras cosas porque veo que tienes un grave problema personal, cuando en lugar de dedicar tu tiempo a disfrutar de la vida y a ser feliz, lo dedicas a perder el tiempo intentando causarme algún daño... y como no ofende el que quiere, sino el que puede, yo decido que tú no puedes, no tienes la suficiente categoría". ¿Actitud chulesca? Puede, pero da resultado.

 

(Bernabé Tierno)