Actitud dialogante y benevolente ('Aprendiz de sabio', Bernabé Tierno, 115/126)


Aprendiz de sabio. La guía insuperable para mejorar tu vida

 

- Tercera parte: Cien "lecciones-reflexiones" de sabiduría esencial que deben ser bien meditadas y llevadas a la práctica en la vida cotidiana.

 

- 90.- Actitud dialogante y benevolente.

 

"El bien que hicimos la víspera es el que nos trae la felicidad por la mañana" (Proverbio chino).

 

"Practica siempre y por donde vayas el trato respetuoso y amable, la actitud dialogante y benevolente y el afán por hacer el bien sin mirar a quién y nunca te faltará una mano amiga, estés donde estés. Quien camina con las manos tendidas y los brazos abiertos en cualquier lugar encontrará ayuda, calor humano, consuelo y felicidad. No hay bien alguno que nos deleite o satisfaga si no lo compartimos".

 

El aprendiz de sabio es consciente de que siempre que da algo de sí a los demás en realidad se da a sí mismo. El primer beneficiario de una buena acción es siempre el benefactor. Ninguna persona solidaria y generosa tiene la menor duda de que "dar es recibir".

 

Es tan productiva la generosidad que si no nos moviera nuestra sensibilidad y el amor a nuestros semejantes, si no fuera suficiente o careciéramos de esa virtud, sería nuestra inteligencia la que nos impulsaría a ser solidarios, dadivosos y altruistas. Al fin y al cabo, el que siembra y riega siempre cosecha y recoge en mayor o menor medida. En este sentido, una persona inteligente, pero no demasiado virtuosa por su desinteresada acción benefactora, aunque en un principio le moviera el interés de dar porque sabe que dar es mover a los demás a que nos den y nos devuelvan el bien que hacemos con otras nobles acciones, con el tiempo, acabaría por no buscar directamente ser compensado y pagado con la misma moneda. La acción inteligente, aunque ciertamente también egoísta e interesada en hacer el bien para cosechar tanto o más que lo que se ha sembrado, termina por transformarse en acción virtuosa que sólo busca con la propia vida mejorar la vida de los demás. Ese proyecto realiza plenamente y proporciona una felicidad incalculable al individuo humano durante su estancia en la tierra.

 

Curiosamente, si hay algo que podamos "llevarnos" con nosotros después de morir, son las buens acciones. Sin duda, nuestras miserias humanas, nuestras debilidades y nuestros errores, como terrenales, volubles y débiles que somos nos acompañarán hasta el final de nuestros días, pero todo se quedará aquí. También se quedarán aquí nuestras posesiones y riquezas, lo mucho o poco que tengamos, que pasará a nuestros herederos y descendientes. Hay algo, sin embargo, que llegará a formar parte de nuestra esencia, de nuestro ser inmortal: el bien que hicimos por amor, sin otro interés que el gozo de dar, sin recibir nada a cambio. Éste es el mayor grado de virtud, sabiduría y grandeza de espíritud a que podemos aspirar y que está al alcance de cualquiera conseguir, haciendo realidad los versos de Eduardo Marquina: "Oro, poder y riquezas / muriendo has de abandonar, / al cielo sólo te llevas / lo que des a los demás".

 

(Bernabé Tierno)