Aprende a perder ('Aprendiz de sabio', Bernabé Tierno, 118/126)


Aprendiz de sabio. La guía insuperable para mejorar tu vida

 

- Tercera parte: Cien "lecciones-reflexiones" de sabiduría esencial que deben ser bien meditadas y llevadas a la práctica en la vida cotidiana.

 

- 93.- Aprende a perder.

 

"El verdadero medio de ganar mucho es no querer nunca ganar demasiado y saber perder convenientemente" (Fenelón).

 

"¿Quieres ganar? Pues aprende antes a perder (ley del ensayo-error) y comprobarás que no sucede ninguna catástrofe y que el mundo sigue en su sitio. Ya es hora de que empieces a madurar y aceptes, sin más lamentos y quejas, los fallos, contratiempos y fracasos junto a los pequeños o grandes éxitos".

 

Así son las cosas en este mundo por más que tú te enfades, deprimas o lloriquees y todo seguirá estando bien, si no condicionas tu estabilidad, reputación y felicidad al hecho de ganar sistemáticamente. Ganar conlleva saber capitalizar fracasos y pérdidas. Además ¿quién soportará la monotonía y el aburrimiento que supondría para una persona ir galopando por la vida como caballo ganador desde el nacimiento hasta la muerte? ¿Hablamos de triunfos y derrotas, de éxitos y de fracasos? ¡Pues hablemos!

 

No eres más porque tengas más éxito ni tampoco tienes más razón. Como bien dice Benavente, "los náufragos no eligen puesto", y en muchas ocasiones no somos responsables ni del éxito ni del fracaso. Eso no implica que no haya que reconocer que el tesón y la disciplina y tener unos objetivos muy claros conduce muchas veces a obtener buenos resultados, pero ¡no siempre! Pretender ganar siempre conlleva estrés y pretender un imposible, y sólo debería hablarse con propiedad de fracaso si una persona que comete errores y fallos más o menos graves se refugia y encierra en el lamento y no es capaz de convertir los errores en experiencias, en gotas de sabiduría para no tropezar en la misma piedra en nuevas ocasiones.

 

Hay algo que delata siempre al fracaso sin remedio y es el lamento, la queja, el inmovilismo y, además, la facilidad con que se cargan las culpas sobre espaldas ajenas o sobre circunstancias adversas. Cada fracaso importante suele encerrar una enseñanza o lección que necesitamos con urgencia.

 

El aprendiz de sabio procura ganar cuando puede y le encanta hacerlo, pero también sabe sentirse bien cuando pierde, porque no ignora que no hay pérdida sin ganancia.

 

La experiencia y los años me han enseñado que el rasgo que mejor define a una persona de éxito es, además de no tener que necesitar desesperadamente ganar siemrpe para sentirse bien, la capacidad de ver en cada decepción o fallo un poderoso estímulo, un acicate para intentarlo de nuevo y proponerse metas más difíciles y con mayor voluntad y coraje.

 

A todo esto hay que añadir la sabiduría de los siglos, que es muy clara en el tema que nos ocupa, y afirma que al éxito se llega tras miles de fracasos o desaciertos, que sin audacia, tesón e inteligencia no hay posibilidades de conseguir objetivos importantes, salvo que suene la flauta por casualidad, nos toque la lotería o vaya delante de nosotros un santo haciendo milagros...

 

Finalmente, no nos olvidemos de la paciencia que es el ungüento maravilloso que todo lo facilita y suaviza. Tiene razón Amado Nervo al afirmar que "la mayor parte de los fracasos nos vienen por querer adelantar la hora de los éxitos"... ¡¡Paciencia!!

 

(Bernabé Tierno)