Dar es recibir ('Aprendiz de sabio', Bernabé Tierno, 117/126)


Aprendiz de sabio. La guía insuperable para mejorar tu vida

 

- Tercera parte: Cien "lecciones-reflexiones" de sabiduría esencial que deben ser bien meditadas y llevadas a la práctica en la vida cotidiana.

 

- 92.- Dar es recibir.

 

"Realiza el bueno acciones generosas, lo mismo que un rosal produce rosas" (Ramón de Campoamor).

 

"Que nada ni nadie te prive de la dicha que te reportará realizar acciones solidarias, benéficas y generosas. Cualquier transfomración interior capaz de convertirte en mejor persona te exigirá salir de tu egoísmo y pensar que nada te confiere una mayor dignidad que dar y darte a quien lo necesita y lo merece".

 

Detrás del egoísta, cicatero y roñica, siempre se oculta un ser depauperado, ruin y necio, incapaz de abrir su mano y lanzar la buena semilla sobre los surcos hambrientos de las tierras (corazones) ajenas. No entiende que "dar es recibir" y ayudar es ayudarse, como venimos insistiendo.

 

El aprendiz de sabio, que conoce bien el atajo seguro, y que ofrece plenas garantías, de la solidaridad y la generosidad, no duda en buscar su propio bien y mejora espiritual, emocional y psíquica a través del bien que hace a sus semejantes... Practica el principio "gano-ganas", de garantía absoluta, por el que todos ganan y la felicidad es completa.

 

Decía Concepción Arenal que los grandes egoístas son los grandes malvados, y no iba muy equivocada. El problema del egoísta no es que quiera vivir bien, tener y disfrutar más que los demás y privarte de buena parte de lo que te pertenece, sino que la pasión que tiene por sí mismo y por despojar a sus semejantes le conduce a la avaricia, que nunca se siente satisfecha. En la médula espinal psíquica del egoísta, que degenera en avaro, se oculta un ser mezquino que se alimenta, vive y disfruta de las carencias de los demás.

 

No soporto a alguien que se siente bien contemplando las carencias de los demás o exhibiendo sus infinitas riquezas y boato en un mundo en el que cada día mueren millones de personas, en su mayoría niños, de hambre y de sed.

 

Cuando escribo esto leo en los periódicos que se ha casado un sultán que vive en un palacio de más de mil habitaciones, que todo es de oro macizo, e incluso el ramo de la novia era de oro. Si a quienes tienen tanto y lo exhiben sin el menor pudor les quedara una gota de sensibilidad y de generosidad en sus corazones, con la mitad de esas inmensas riquezas vivirán sin graves carencias millones de personas.

 

No sé por qué traigo a colación a seres que viven en la más absoluta miseria del espíritu. Amable lector, ¿puede haber más "pobre" que quien tanto tiene, no da nada y encima se exhibe, abofeteando a tantos millones de hambrientos con sus inmensas riquezas?

 

Me estoy acordando de Iker, ese niño de seis años que cuando le preguntan: "¿Qué vas a ser de mayor?", responde: "¡Una buena persona!", porque su extraordinario padre le ha inculcado desde bien pequeñito que el mejor proyecto de futuro es ser "buena persona". Ésa es la esencia de una buena educación, formar a los niños en la práctica del bien. Una buena persona siempre será un bien para sí misma y necesitará ver felices a los demás, compartir con sus semejantes todo cuanto tiene y disfruta. Por eso no existe una prueba más clara y contundente de calidad humana y de superioridad que la bondad... "Realizar acciones generosas, lo mismo que el rosal produce rosas", que nos enseña Campoamor.

 

(Bernabé Tierno)