Calma y fuerza ('Aprendiz de sabio', Bernabé Tierno, 105/126)


Aprendiz de sabio. La guía insuperable para mejorar tu vida

 

- Tercera parte: Cien "lecciones-reflexiones" de sabiduría esencial que deben ser bien meditadas y llevadas a la práctica en la vida cotidiana.

 

- 80.- Calma y fuerza.

 

"La calma es la característica de la fuerza, así también las causas que tienen un peso mayor puede que sean las más silenciosas" (Thomas Carlyle).

 

"Controla tu enfado, tu estrés, tu ansiedad, tu ira y hostilidad, tus adicciones y malos hábitos. El aprendiz de sabio está de vuelta de odios, de rencores y de cabreos; y se ha convertido en un aliado incondicional de la paciencia, de la calma y de la no agresión como actitudes, como guías psicomentales".

 

La vida te enseña que sin mesura, sin equilibrio interno, sin un cierto retiro y silencio exterior y sin el necesario autocontrol vas a la deriva como cáscara de nuez en el océano de tu vida por el que navegas, expuesto a miles de peligros en forma de adicciones, malos hábitos, respuestas de estrés y de ira injusta, que suele ser frecuente e intensa. Sin sosiego y control de ti mismo, pondrás en grave peligro las relaciones sociales y causarás un grave malestar emocional a tus semejantes y, sin duda, a ti mismo.

 

La verdadera fuerza y fortaleza no es la que procede de la debilidad de otros ni del propio orgullo. La verdadera fuerza es una mezcla de moderación, control, mesura, templanza, paciencia, tenacidad y paz.

 

Sé que una cosa es la teoría y otra bien distinta la práctica. Yo mismo, que escribo y aconsejo sobre este tema, y soy bien consciente de que a nada bueno conduce perder los nervios y que la calma y el autocontrol son prueba de gran madurez y sabiduría, tengo momentos en los que pierdo mi paz y tranquilidad, y también el control sobre mí mismo, y luego bien que lo lamento. Es muy difícil, amable lector, lo sé porque soy tan vulnerable y humano como el que más. Pero también estoy convencido de que merece la pena acercarnos a ese estado de moderación, templanza y serenidad, incluso en las situaciones más desestabilizadoras, que caracteriza a quienes ya son aventajados aprendices de la sabiduría.

 

La verdadera calma es hija de la serenidad y de la razón. No me refiero a tener o no tener razón, sino a pensar antes de actuar, a enfriar nuestras ideas acaloradas, a razonar con sentido común y con sensatez, sin permitir que la inmediatez de los hechos nos impida ser objetivos.

 

Un buen ejercicio de reafirmación en la necesidad y en la bondad del control de sí mismo en cualquier situación consiste en volver a nuestro pasado y recordar cómo fueron nuestros enfados, disgustos y cabreos más sonados, aquellos que más nos desestabilizaron y nos crearon más problemas, y cuáles fueron sus consecuencias negativas.

 

Hace unos meses realicé yo mismo esta provechosa práctica que aconsejo al amable lector y puedo asegurar que me ha servido de mucho. El mayor beneficio que me ha reportado esta reflexión sobre mis pérdidas de control a lo largo de la historia de mi vida, es el convencimiento de que he sido y me he comportado como un verdadero estúpido, sobre todo por mis constantes reincidencias. Ahora, aunque tan sólo he conseguido una calma y un control relativos, me noto incomparablemente mejor y más feliz en todos los sentidos.

 

(Bernabé Tierno)