Si no es amor respetuoso, no es amor ('Aprendiz de sabio', Bernabé Tierno, 111/126)


Aprendiz de sabio. La guía insuperable para mejorar tu vida

 

- Tercera parte: Cien "lecciones-reflexiones" de sabiduría esencial que deben ser bien meditadas y llevadas a la práctica en la vida cotidiana.

 

- 86.- Si no es amor respetuoso, no es amor.

 

"Al verdadero amor no se le conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece" (Jacinto Benavente).

 

"Quiere a tu esposo/a, pareja, como es. ¿Acaso ha cambiado tanto o eres tú quien ha cambiado? No trates de hacerle a tu imagen y semejanza. Déjale su espacio vital, que tome sus propias decisiones y no le obligues a ser él/ella mismo/a en nombre del pretendido amor o con otro tipo de chantaje, cuando no es más que obsesión por controlarle y despersonalizarle".

 

El aprendiz de sabio, que ya viene de vuelta de más de un amor volcánico y tempestuoso, que luego queda en ceniza y en olvido cuando no en rencor y desengaño, no cree en otro amor que en el que se manifiesta en las obras, y en el día a día de un trato amable, cariñoso, de respeto e incluso de admiración y de reconocimiento. En lugar de criticar y de corregir permanentemente a quien dice que ama, prefiere estar atento a sus logros y aciertos, a sus golpes de gracia, a todo lo que hace bien. En consecuencia, con esos sentimientos de verdadero amor no duda en alabar en público y en privado a la persona que ama, ya que desea verla feliz y alegrarle cada minuto de su existencia. ¿Cómo lo demuestra? Fijándose más en sus cualidades y virtudes que en sus limitaciones y defectos. Aceptar y querer al otro como es, dejarle su espacio vital, y no tratar de exigirle permanentemente que sea y se convierta en un ser ideal creado por nuestra mente.

 

Compartimos con el otro lo que somos. Llegamos hasta la persona que dice que nos ama con un montón de rarezas, de limitaciones y de carencias. Probablemente, con esfuerzo, logramos mejorar y perfeccionarnos un poco. Pero seguiremos siendo desordenados, impulsivos, distraídos... el otro, quien nos corrige constantemente, si está atento a formarnos y perfeccionarnos, porque ha adoptado desde el principio el rol de padre, madre o profesor, no caerá en la cuenta de sus limitaciones, rarezas y defectos, ocupado como está en corregir y "educar"... La relación entre dos personas que se aman, de las cuales una ejerce de maestro y la otra de alumno, una enseña y corrige y la otra aprende y se esfuerza por mejorar y sacar buena nota... no puede funcionar bien. En el lote del amor, cada persona llega hasta la otra con lo bueno y lo no tan bueno, y no es cuestión de pasarse la vida recordándole al otro lo que no nos gusta, no nos cuadra o tendría que cambiar para sentirnos bien.

 

El aprendiz de sabio, en materia de amor, abraza con la misma fuerza y cariño las virtudes y los defectos de la persona que ama y, en lugar de pasar toda su vida procurando corregir en el otro lo que entiende que son defectos, se esfuerza en valorar, disfrutar y alabar las pocas o no tan pocas virtudes y cualidades que tenga la persona amada... ¿Para qué pretender el imposible de cambiar al otro, no hacerle feliz, no disfrutar de lo bueno que tiene, ocupándose en corregir lo malo?

 

(Bernabé Tierno)